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En fin, no podemos soportar la idea de que Vd. algún día nos juzgue sabedores, tal vez cómplices, de la perfidia de su ingenio. No la quiere a Vd., no puede quererla, señorita. Usted une, a sus muchas cualidades, la riqueza: esta es la madre del cordero. Es mentira dijo Paz ofendida me quiere por , por sola. Lo que Vd. dice no es verdad. ¡Ojalá no lo fuese!

Los enemigos de las leyes, los asesinos del encargado del Poder nacional, los insurrectos del Ejército y sus vendidos secuaces ningún medio omiten para emponzoñar los corazones y prevenir a los incautos que no me conocen. La perfidia y la detracción es la bandera de ellos, mientras la franqueza y el valor es nuestra divisa.

Ella, como , áun lleva la frente pura y alta, tiene el alma serena y el corazon sin hiel; piadosa para todos, ignora qué es la envidia y sufre resignada el mal y la perfidia sin pensar en quien lo hace y sin quejarse de él.

No había sido más que una irritación pasajera levantada por el amor propio. Después de todo, en el instante de contemplar su perfidia, ¿no iba él también á engañarla y á hacerla una traición? Cierto que no era tan grosera, pero al fin era una traición.

Y siendo así que en todos los siglos ha dado contínuas demostraciones de esta verdad la experiencia: sin embargo ha querido la Providencia Divina mostrar más claramente singular su Paternal cuidado con esta su tan favorecida porción de la Iglesia, sacando a luz el fuego de la perfidia que bajo las cenizas del más solapado fingimiento hipócrita, se encubría.

Su propósito no lo penetraba don Víctor, pero sentía los efectos de la perfidia del canónigo. «», pensaba el ex-regente, mientras el Magistral volvía a enumerar los sacrificios de amor propio, pundonor y otras muchas cosas que exigía la religión a un buen cristiano a quien su mujer engañaba: «, he estado ciego, me he portado indignamente, he debido matar a Mesía de una perdigonada, sobre la tapia, o si no correr en seguida a su casa y obligarle a batirse a muerte acto continuo; el mundo lo sabe todo, Vetusta entera me tiene por... un... por un...» y saltaba don Víctor cerca del techo al oírse a mismo en el cerebro la vergonzosa palabra.

Y estas variaciones de juicio sucederán aun suponiendo al amigo culpable en realidad, aun olvidando el ser muy fácil que nuestra pasion ó interes nos hayan cegado lastimosamente, haciendo que no atendiésemos á los gravísimos y justos motivos que le habrán impulsado á obrar de la manera que nosotros reprendemos, haciéndonos prescindir de antecedentes que conocíamos muy bien, de la conducta que nosotros hemos observado, y en fin trastornando de tal manera nuestro juicio que un proceder muy justo y razonable nos haya parecido el colmo de la injusticia, de la perfidia, de la ingratitud. ¡Cuántas veces nos bastaria para rectificar nuestro juicio, el mirar la cosa con ánimo sosegado, como negocio que no nos interesara!

El periódico traía al principio una narración que se llamaba: «El duelo de Shanti Andía», y contaba mis amores con Dolorcitas en Cádiz y mi desafío con el marido, todo arreglado de tal manera, dicho con tal perfidia, que yo aparecía como un miserable completo. El artículo me produjo una cólera profunda y determiné insultar y abofetear a Machín la primera vez que lo encontrara.

Cantaba o recitaba mil antiguas leyendas en verso de las edades divinas, de héroes y semidioses: de la venida de Europa a su isla, del furor amoroso de Pasifae y del triunfo y de la perfidia de Teseo. Y bailaba aún, según ella aseguraba, la misma ingeniosa danza que Dédalo compuso para la princesa Ariadna de las trenzas de oro.

Si tras la lidia Me aguarda entre sus brazos la victoria. ¿Qué me importa que otros con perfidia Quieran manchar mi nombre envuelto en gloria? Detesto el odio, la traición y engaño Y a aquellos quienes me odian los perdono; Podrán viles hacerme todo daño, Mas no me harán temblar en mi alto trono. Por encima del odio y de la inquina, Todos pregonan mi carácter noble.