United States or Puerto Rico ? Vote for the TOP Country of the Week !


Las madres luchaban contra el sueño; los jóvenes giraban mecánicamente, y el machacador no entreabría los ojos sino cuando había encajado un acorde fuera de su sitio... Mi hermana tenía un vaso de limonada sobre la falda y contemplaba las pepitas del limón... Era un cuadro lastimoso. De Yolanda, ni la menor huella. Volví a las mesas de juego y golpeé el hombro al viejo.

Nela... ¿ por estos barrios?... Creíamos que estabas en casa de la señorita Florentina, comiendo jamones, pavos y perdices a todas horas y bebiendo limonada con azucarillos. ¿Qué haces aquí? ¿Y , a dónde vas?

Inquisidor y los demás de 30 en 30 fueron baxando a comer, y fueron 7 mesas de á 30 en cada vna, y la comida fue abundantísima con vinos regalados annexos de todas maneras y provas, y a la tarde aguas regaladas, limonada canela y otras; y hauiendo rematado en el leer las sentencias el dicho Sr.

En varias mesas puestas bajo el ombú grande, se había improvisado la cantina, gratis, atendida por Rufino a pedido de Melchor, con la recomendación de dar preferencia al despacho de limonada gaseosa. Terminadas las carreras se organizó el baile designándose bastonero al viejo Montero que aceptó el cargo diciendo: ¡La primera pieza «pal» patrón!...

Los del Camarote oponían notario a notario, actas a actas, quejándose de la insubordinación de la mayoría, de sus votaciones, en asuntos que no eran de su competencia. Cuando terminó la sesión, don Mateo fué introducido en el despacho del alcalde. Estaba tomando una limonada purgante. Cada pocos días necesitaba uno de estos brebajes para desalojar la bilis que se le acumulaba en el estómago.

Servida había en una mesa una limonada para el refresco, y tomádole que hubieron, Cervantes y Margarita pusiéronse el uno a un lado y el otro al otro de doña Guiomar, que con voz ya un tanto caneada y lánguida, continuó su relación de esta manera. En que se ve que doña Guiomar hubiera hecho muy bien en no contar tan presto su historia a Cervantes y en no amparar a Margarita.

Pues sacarle las tripas al aire a ese pendejo respondió Fabricianito con la misma calma y acento meloso que si ordenara servirle una limonada. Toma el fierrito, niño. Fabricianito no se hizo esperar y echó mano al cuchillo. Federiquito hizo otro tanto.

En el monte de durazneros se había dispuesto lo necesario para el almuerzo, consistente en una vaquillona con cuero, empanadas, frutas, cerveza y limonada gaseosa en abundancia; todo listo para las doce bajo la prolija vigilancia de Melchor que se hallaba vestido con traje de gala: botas claras de cuero de chancho, bombacha de hilo crudo; tirador de charol negro; camisa de seda celeste claro; blusa corta de grano de oro; gran «panamá» con ancha cinta de colores; y por detrás, debajo de la blusa asomaba el caño bruñido de un revólver.

La persona que había llamado, estremecida sin duda por aquella voz, tardó un instante en contestar. Soy yo, Gonzalo dijo al cabo con voz débil. ¡Ah! dispensa, Cecilia. Entra replicó el joven dulcificándose de pronto. Su cuñada abrió la puerta, entró, y la cerró después con cuidado. Venía a saber cómo estabas, y al mismo tiempo a decirte que si quieres la limonada ya la tienes hecha.

Todo lo contrario fué el gran novelista Gustavo Flaubert, que después de horrenda lucha con su estilo torturado, en una sesión de diez horas sólo podía producir una cuartilla impecable, eso , y maravillosa. Alejandro Dumas, padre, se contentaba con un vaso de limonada. Balzac hacía un enorme consumo de café, y Aurora Dupin, la Jorge Sand, fumaba como un marino.