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Con unas cosas y otras, el pobre chico apenas podía estudiar, y con mucho trabajo se preparaba para la licenciatura. El asunto de su colocación se había resuelto ya, porque habiendo fallecido Samaniego a fines de Octubre, su viuda organizó el personal de la botica, dando una plaza a Maximiliano.

Desembarcó la gente á refrescarse, y se organizó el hospital por pasar de 3.000 los enfermos; y así, mientras el gran Maestre y Caballeros de San Juan celebraban con salvas de artillería y arcos triunfales la llegada de los expedicionarios, nada menos que alegría se dibujaba en el semblante de éstos.

La gloria de sus sucesores, su imperio, sus discusiones, han obscurecido, hecho retroceder á aquél que se adelantó á lo menos de un siglo á su época. Fué Lamarck, ese ciego Homero del Museo, el que por el instinto del genio creó, organizó, dió nombre á lo que todavía estaba envuelto en la obscuridad: la clase de los Invertebrados.

Miren ustedes allá, dijo en voz apenas perceptible despues de asegurarse de que no había personas estrañas; segun el cabo que organizó la persecucion, Ibarra, al verse cercado, se arrojó de la banka allí cerca del Kinabutásan y, nadando y nadando entre dos aguas, atravesó toda esa distancia de más de dos millas, saludado por las balas cada vez que sacaba la cabeza para respirar.

El nuevo virrey atendió perfectamente a poner en pie de defensa la costa desde Panamá a Chile, y envió eficaces auxilios de armas y dinero al Paraguay y Buenos Aires. Organizó en Lima milicias cívicas, que subieron a cinco mil hombres de infantería y dos mil de caballería, y él mismo se hizo reconocer por coronel del regimiento de nobles, que contaba con cuatrocientas plazas.

Pronto se organizó el baile. Próximos á la lumbrada se colocaron en dos filas los mozos y las mozas y viva y concertadamente cada cual frente á su pareja comenzaron á bailar. Entre ellas y ellos había extremados bailarines. Mas entre todos como el roble entre los maíces descollaba nuestro famoso Quino. ¡Qué garbo! ¡qué brío! ¡qué variedad increíble de figuras!

Van-Stael, que conocía la Nueva Guinea y a sus habitantes, por haber traficado en otro tiempo con los indígenas de Dari y haber pescado trépang en algunas bahías, conocía también a los piratas papúes y no ignoraba su ferocidad; así que apenas se hubo ocultado la chalupa detrás del islote, organizó la defensa para impedir a sus perseguidores la entrada en el río.

Los voluntarios y cuerpos francos se uniformaban según el gusto indumentario de cada uno, y aquí de la imaginación de las hembras de la familia para galonar marselleses, para emplumar sombreros y guarnecer charpas y polainas. Se hicieron muchos uniformes; pero no bastaban para equipar los dos regimientos, uno de caballería y otro de infantería, que organizó la Junta de Córdoba.

Ocurrió un incidente cómico: el taller del desvenado quiso echar su cuarto a espadas, y organizó una comparsa numerosa; empeñáronse en formar parte de ella las más ancianas, las más infelices, y la mascarada se improvisó de la manera siguiente: envolviéndose todas por la cabeza los mantones, sin dejar asomar más que la nariz o una horrible careta de cartón, y colocándose en doble fila, haciendo de batidores cuatro que llevaban cogida por las esquinas una estera, en la cual reposaba, con los ojos cerrados, muy propia en su papel de difunta, la decana del taller, la respetable señora Porcona.

Establecióse en Chile, donde organizó una Sociedad cuyos accionistas sembraron oro, que fué a esconderse en las arcas de Paraff, y cosecharon cobre de mala ley. Algo parecido sucedió en tiempo del conde de Castellar, sólo que allí no hubo bellaco embaucador, sino inocente visionario. Sigamos a Mendiburu en la relación del hecho.