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215 Por fin en una topada en el cuchillo lo alcé, y como un saco de güesos contra un cerco lo largué. 216 Tiró unas cuantas patadas y ya cantó pal carnero: nunca me puedo olvidar de la agonía de aquel negro. 217 En esto la negra vino con los ojos como ají y empezó la pobre allí a bramar como una loba.

¡Quién dice que juega al «ruano»? ¡No crean!... ¡el «malacara» de este hombre es muy ligero!... ¡«pal» pasto!... Si cuando corre el «overo» de don Lucas uno no sabe, por lo ligero que va, ¡si es que recula!

¡Eh! gritó la Renca . , la Pinta, que este señorito te convida. La Pinta, ruborizada, se excusó. La Piernavieja insistió en balde. Y eso de la Pinta, ¿es mote? pregunté. Quia; es su verdadero nombre. Se llama así, Angustias Pinto. También es capricho conservar la filiación natural en este negocio. Es una simple que no sirve pal caso.

Señor de Martos, señor de Figueras, señor de Pi... a cuenta que ahora no conocen a este pobrete de Izquierdo, porque lo ven maltrajeao... pero antes, cuando Izquierdo tenía por las afloencias de la Inclusa y cuando Bicerra le venía a ver pal cuento de echarnos a la calle, entonces... ¡Hostia! Hamos venido a menos.

No es una de esas niña recosía, ¿sabuté?, que se lo guardan toíto pal ombligo. A señorita le baila el arma en los oho, ¿sabuté? Más clara que el agua clara y más fina que el oro... Tiene un geniesiyo como un cohete. Le da una gofetá al mezmo arzobispo en presona si se descuida..., pero en pasándole el aquel, es más durse que una corderita de Dios... Consentir ella un embuste, ¡quita ayá!

En varias mesas puestas bajo el ombú grande, se había improvisado la cantina, gratis, atendida por Rufino a pedido de Melchor, con la recomendación de dar preferencia al despacho de limonada gaseosa. Terminadas las carreras se organizó el baile designándose bastonero al viejo Montero que aceptó el cargo diciendo: ¡La primera pieza «pal» patrón!...

Poco a poco y noche tras noche fuí entablando amistad con la Pinta. Era una mujer dulce, triste y reconcentrada, o, según el tecnicismo de la Piernavieja, una simple que no servía pal caso. Apenas se comunicaba. Una noche me dijo que tenía poco más de treinta años; aparentaba menos de treinta. Otra me declaró el lugar de su nacimiento: la ciudad de Pilares.