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¡Reparona! ¿Qué más da? Son novecientos ochenta declaró D. José, haciendo gala de su saber de cuentas. ¿Quiere usted callar?... Usted, Sr. D. Pepe, no tiene que poner su carne en este garfio. La equidad, amiga D.ª Encarnación... ¡Amiga, doña!... Diga usted, tío Lilaina, ¿en qué bodegón hemos comido juntos? ¿Se quiere usted meter en sus cosas y dejarme a ? Falta un duro repitió Isidora.

Y Kernok, poniéndose las pistolas a la cintura, y armándose de un largo cuchillo, se plantó de un brinco en la embarcación. Y si es una emboscada, si el navío hace un solo movimiento gritó al segundo , forzad los remos y poneos a distancia de garfio. Diez minutos después, Kernok saltaba sobre el puente del San Pablo con sus pistolas en la mano y el cuchillo entre los dientes.

Entró Roger en la habitación y quedó atónito al ver que de un fuerte garfio de hierro pendiente del techo colgaba un hombrecillo que era quien tan desaforadamente gritaba. El garfio lo tenía sujeto por el cinto y el infeliz manoteaba y perneaba como un poseído. ¡À moi, mes amis! seguía berreando, cárdeno el rostro. ¡Favor al campeón del Obispo de Montaubán! ¡À moi!

Miró a la calle y vio por segunda vez a Guillermina que subía. «¿Pero qué trae en la mano?, un palo y un garfio de hierro. ¡Vaya con la santa esta! Algo que le han dado. Dicen que lo acepta todo. Véase por dónde yo le podría ayudar a su obra, dándole media docena de llaves viejas que tengo aquí.

El mayoral, en el pescante, entre el cupé y la berlina, como un Phaeton que conduce su alado carro. El zagal, á su lado, ó prendido de un garfio del pescante, á guisa de apéndice. El delantero, á caballo sobre la bestia primera de la fila izquierda, dando la direccion á las diez mulas.

Del centro de la campana bajaba una gruesa cadena negra, en cuyo garfio final se enganchaba un caldero. A un lado de la chimenea, había un banquillo de piedra, sobre el cual estaban en fila tres herradas con los aros de hierro brillantes, como si fueran de plata.

14 y hería con él en la caldera, o en la olla, o en el caldero, o en el pote; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para . De esta manera hacían a todo israelita que venía a Silo. 15 Asimismo, antes de quemar el sebo, venía el criado del sacerdote, y decía al que sacrificaba: Da carne que ase para el sacerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda.

Las salchicherías exhalaban por sus puertas acre olor de especias, con cortinajes de seca longaniza en los escaparates y filas de jamones tapizando las paredes; las tocinerías tenían el frontis adornado con pabellones de morcilla y la blanca manteca en palanganas de loza, formando puntiagudas pirámides de sorbetes, y los despachos de los atuneros exhibían los aplastados bacalaos que rezuman sal; las tortugas, que colgantes de un garfio patalean furiosas en el espacio, estirando fuera de la concha su cabeza de serpiente; las pintarrajeadas magras del atún fresco, y las ristras de colmillos de pez, amarillentos y puntiagudos, que las madres compran para la dentición de los niños.

23 He aquí que él tomará el río sin inmutarse; y se confía que el Jordán pasará por su boca. 1 ¿Sacarás al leviatán con el anzuelo, o con la cuerda que le echares en su lengua? 2 ¿Pondrás garfio en sus narices, y horadarás con espinas su quijada? 3 ¿Por ventura multiplicará él ruegos para contigo? ¿Te hablará él lisonjas?