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Habíanla dejado a ella sola aquella tarde, y por eso venía a buscar una companera agradable, un ángel de la guarda que la ayudase a tender la caña. ¿Qué corazón compasivo resiste a un anzuelo semejante?...

Los reyes de la tierra, ¿de quién cobran los tributos o el censo? ¿De sus hijos o de los extraños? 26 Pedro le dice: De los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos. 27 Sin embargo, para que no los ofendamos, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que viniere, tómalo, y abierta su boca, hallarás un estátero: tómalo, y dáselo por y por ti.

El tío Tremontorio, sin levantar los ojos de su labor, le despide canturriando con su áspera voz esta copleja: «Por goloso y atrevido muere el pez en el anzuelo; porque yo no soy goloso en paz y libre navegoSuponte ahora, lector, que estamos en un día de fiesta. ¡Bolina!... ¡Bolina! grita la voz de Tremontorio. ¿Qué hay? responde Bolina saliendo al balcón.

A eso, a eso voy continuó el socio de Tennessee. No seré yo quien diga algo contra él. Veamos, pues, el caso. Figurarse que a Tennessee le hace falta dinero, que le hace mucha falta dinero, y no le gusta pedirlo a su viejo socio. Está bien, ¿pues qué es lo que hace Tennessee? Echa el anzuelo a un forastero y pesca al forastero.

, , muy bien dijo Dunstan, poniéndose de pie .Estaba cierto de que acabaríais por mostraros razonable. Yo soy hombre capaz de hacerle tragar el anzuelo al viejo Bryce. Voy a conseguiros ciento veinte libras esterlinas por vuestro caballo, tan fácilmente como conseguiría un penique.

Si acaso enviudares, cosa que puede suceder, y con el cargo mejorares de consorte, no la tomes tal, que te sirva de anzuelo y de caña de pescar, y del no quiero de tu capilla, porque en verdad te digo que de todo aquello que la mujer del juez recibiere ha de dar cuenta el marido en la residencia universal, donde pagará con el cuatro tanto en la muerte las partidas de que no se hubiere hecho cargo en la vida.

Cuelgan de las ramas del mangle un poderoso anzuelo revestido de un buen pedazo de carroña, que se mantiene á flor de agua; de la argolla del anzuelo, parte, á más del cabo que lo sostiene, una extensa y gruesa mata de abacá, cuyos hilos rematan en tres ó cuatro cañas muy largas que fuertemente anudan.

Consagrado á su ocupación, espera y espera hasta sin esperanza. Yo conocía un pescador á quien la desgracia le perseguía por todas partes. Jamás caía en su anzuelo una trucha ni una tenca; sus dolorosas experiencias negativas le hacían afirmar que la captura de un pez era cosa imposible y que todas las historias de pesca, prodigiosas ó no, eran invenciones novelescas.

En tal estado la muerte del tiburón es segura; hasta que el círculo del nudo corredizo no se entierra entre la blanda carnosidad, y las aletas no presentan un fuerte apoyo, todavía puede librarse de la muerte, bien safándose del hierro por desgararse la piel á los supremos esfuerzos del animal, bien y debido á aquellos el romperse el cabo ó el mismo hierro, lo que no sucede cuando queda suspendido por el anzuelo y por la doble cuerda.

Algunos, con ciertas precauciones por supuesto, porque D. Romualdo se disparaba fácilmente, le embromaban con ella. En cierta ocasión, pescando con caña detrás de la iglesia, sacó en el anzuelo un naipe que resultó ser el tres de bastos. No le cupo duda de que lo habían tirado allí con intención, pero no dijo palabra para que no se rieran.