United States or Tanzania ? Vote for the TOP Country of the Week !


En esta sana alegría encontraba el médico la gravedad del hombre del campo, su alma sobria á la que basta la más insignificante broma para alegrarse. Eran espíritus nuevos, eternamente infantiles que al ponerse en movimiento divertíanse con cualquier cosa. Sabían que los versolaris eran graciosos por tradición y esto bastaba para que todos rieran aun antes de comprender sus palabras.

¡Al Hospital! El tartanero se hizo repetir dos veces la dirección, y como le recomendaban que no se diera prisa, dejó rodar perezosamente su carruaje por las calles de la ciudad. Oyó ruido detrás de él, gritos ahogados, choque de cuerpos, como si se rieran haciéndose cosquillas, y maldijo su perra suerte, que tan mal comenzaba el día.

¡Valiente cosa les importaba bailar bien o mal y que se rieran o no los parroquianos del merendero!... Lo interesante era estar en brazos uno del otro, pegados desde el pecho a las rodillas, transmitiéndose el alma con el calor de sus cuerpos, confundiendo los alientos. Sentían una alegría loca, como si el sorbo de cerveza, que acababan de beber contuviese todas las embriagueces de la tierra.

Yo me decidí a intentar bailar el fandango al son del tamboril; pero, como no sabía mover los pies, hice que se rieran de las mujeres y los hombres. ¡Bravo, Shanti! ¡Bravo! me gritaban los viejos pescadores, que se acercaron a mirarme todos en fila, con las manos metídas en los bolsillos del pantalón. Creo que estoy bailando como un lobo de mar le dije a Mary. Ella no pudo contener la risa.

Ya que paga, que se divierta el pobre como pueda. Aunque todo el mundo sabía que tenía esclavizado al archimillonario, no gustaba que se rieran a su costa. Del duque pasaron a su hija. Rafael contaba pormenores terribles, repugnantes. Las mujeres se ensañaron con ella vengándose de su hermosura, su elegancia y su orgullo.

Algunos, con ciertas precauciones por supuesto, porque D. Romualdo se disparaba fácilmente, le embromaban con ella. En cierta ocasión, pescando con caña detrás de la iglesia, sacó en el anzuelo un naipe que resultó ser el tres de bastos. No le cupo duda de que lo habían tirado allí con intención, pero no dijo palabra para que no se rieran.

Lo más particular era que seguía queriendo al Pituso, y que su cariño y su amor propio se sublevaban contra la idea de arrojarle a la calle. No le abandonaría ya, aunque su marido, su suegra y el mundo entero se rieran de ella y la tuvieran por loca y ridícula.

Todas las mañanas iba a Madrid a la busca; al volver a su chamizo de las Carolinas, se pasaba las horas escogiendo su carga y la de la vecina, y después armaba fiesta en la taberna hasta la madrugada, y cuando estaba en su punto se ponía en cueros, sin miedo al frío, para que chillasen escandalizadas las mozas del barrio y rieran los camaradas. Nunca había estado enfermo. Yo no duermo.

Aquello sería un paraíso; no estaba allí doña María. No he vivido más que para ti; y si alguna vez he hecho un esfuerzo para subir un peldaño en la escala del mundo, hícelo sólo con el deseo de llegar, si no a valer tanto como , al menos a ponerme en condición tal, que no se rieran de cuando te miraba. Mentiroso, también has aprendido a disimular.

Cuando don José comenzó a titular a su matador «el torero de la aristocracia», sintió Gallardo la necesidad de corresponder a esta distinción instruyéndose, para que sus poderosos amigos no rieran de su ignorancia, como les ocurría con otros compañeros de profesión. Un día entró en una librería con aire resuelto. Envíeme usté tres mil pesetas de libros.