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Dejaron la mesa para pasar al salón; el joven armándose de valor se aproximó a María Teresa. Su mamá me ha anunciado su futuro casamiento pactado durante mi permanencia en Bohemia comenzó con voz un poco sorda.

Y al recogerlo, cuadrose, y con gesto grave, llevándose una mano al pecho, gritó: ¡Viva el ejército! Fermín no quería soltarlo, y armándose de paciencia le acompañó en su excursión por las calles. Se detenía el señorito ante los grupos de soldados, haciendo avanzar a sus dos acompañantes con toda la provisión de botellas y copas.

Dijo lo que los otros dos principales habían dicho al principio, que no quería Padres en sus tierras, porque con los Padres se les morirían los hijos y otros disparates semejantes, que aprobó todo el pueblo, armándose y tiznándose todos menos uno de los principales que habían estado antes y ora quedó medio en duda.

Cuando Marta entró en la sala, vaciló un instante, pero luego, armándose de valor, golpeó suavemente a la puerta de la pieza. Entrad respondió una voz en tono seco. La señora de Bruinsteen estaba sentada en un sillón. Sus ojos inflamados parecían lanzar relámpagos; tenía, sin embargo, una sonrisa en los labios, una expresión de alegría sarcástica y triunfante.

Así precipitadamente, ocultó donde mejor pudo una espuerta de monedas recién blanqueadas, tomó capa y sombrero, y, armándose de una carabina, se arrojó por un tejado á un solar inmediato.

¡Viva el duque de la Victoria! gritó un zapatero. ¡Orrrden! ¡Abajo los de arriba! ¡A la calle los de abajo! ¡Orrrrrdeeennn! Y nadie se entiende allí, porque todos gritan y se revuelven y manotean, armándose un tumulto tan espantoso, que me río yo de los que se promueven cada día en el «templo de nuestra Representación nacional».

Nieves le contestó, armándose de la mayor firmeza que pudo: Mira, papá, yo hablaría contigo de muy buena gana sobre ese asunto, y muy despacio, porque lo merece bien, como has dicho; pero no me atrevo, no ... Soy una mozuela sin experiencia y sin arte... Tengo acá mi modo de ver y mis ideas... pero nada más: en mis adentros y a solas, me lo explico y lo siento bien; y si me pongo a explicártelo a ti, temo decir lo que no debo y callarme lo que debiera decir... Es falta de costumbre... y de valor. ¿No te parece esto muy natural?...

Lo que ellos, obstinados en sus vicios y errores no ejecutaron, emprendieron los PP. Ignacio de Medina y Andrés de Luján el año de 1653 entrando á reducir á la fe aquellas naciones; pero aunque aplicaron su fervor más intenso, no lograron sino las almas de algunos niños y adultos moribundos, y armándose contra ellos secreta conjuración de los bárbaros, hubieron de retirarse.

Subió, pues, el trozo de puerco a la extremidad del gancho, y luego, armándose de una linterna y de una bolsa vieja, se marchó a hacer aquella compra olvidada, que, con buen tiempo, sólo le hubiera tomado un cuarto de hora.

En los breves momentos que la tocata cesaba, oíase el canto de un mirlo silbando la frase del himno de Riego, lo único que del tal himno queda ya. En la calle de Mira del Río tocaba un pianillo de manubrio, y en la calle del Bastero otro, armándose entre los dos una zaragata musical, como si las dos piezas se estuvieran arañando en feroz pelea con las uñas de sus notas.