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Escuchábale Diógenes en silencio, mirándole de hito en hito, clavados en sus ojos los suyos, abotagados por la borrachera continua. Cuando acabó de hablar, díjole muy serio: ¡Vamos!... dices lo del gitano del cuento: ¡Señó! Toos píen el pan de cada día... Yo sólo pío que me pongan donde lo haiga, que ya yo me arreglaré... No te entiendo...

A veces la carraspera le dificultaba el discurso; acercábase entonces a alguno de los braseros y espectoraba sobre las ascuas. Su grande amigo don Enrique Dávila, señor de Navamorcuende y Villatoro, escuchábale absorto y vibrante, con las pupilas inflamadas por la pasión, acabando casi siempre por dejar el asiento y plantarse a pocos pasos de Bracamonte, como hechizado.

Escuchábale paseando por la habitación en sentido diagonal, las manos en los bolsillos, la mirada húmeda y siniestra. Tan sólo levantó la cabeza para decir con firmeza: Llévesela usted donde quiera... ¡Pero que no vea a mis hijas! No quiero que sus labios las toquen. Al obscurecer entró un criado a avisarle que dos señores que habían llegado en una carretela, deseaban hablarle con urgencia.

»Y, dejándose llevar de su entusiasmo, con voz conmovida y tierna me hablaba del Tasso, de su gloria y de sus desdichas; aquellas palabras elocuentes vibraban en mi oído como una dulce armonía, como los versos del poeta que admiraba. Escuchábale... admirábale, satisfecha y orgullosa de él y del amor que por sentía.

Es de creer que, al contrario, Amaury escuchábale demasiado bien, pues el rostro se le encendía como si le caldeasen ondas de fuego, lo cual hacía presumir que cada palabra de las que había oído repercutía dolorosamente en su corazón. Taciturno y sombrío, ensimismose de modo que sentía latir su corazón y le zumbaban los oídos al circular la sangre en impetuosa carrera por las arterias cerebrales.

En cuanto a , escuchábale con atención, porque me parecía que una voz conocida llegaba a mis oídos; el extranjero se preparaba a seguir los elogios de Carlos, cuando éste entró en el salón. Apenas vio al desconocido, Carlos se enrojeció; sus ojos, de ordinario tan dulces, lanzaban miradas ardientes, y un temblor nervioso agitó todo su cuerpo.

De suerte que los que han sustentado que todo está bien, han dicho un disparate, porque debian decir que todo está en el último ápice de perfeccion. Escuchábale Candido con atención, y le creía con inocencia, porque la señorita Cunegunda le parecía un dechado de lindeza, puesto que nunca habia sido osado á decírselo.

Escuchábale atónita doña Guiomar, inmóvil, muda y fría como una estatua; y creyendo Cervantes que no le respondía por el mismo efecto que en ella causaban sus palabras, prosiguió de esta manera: ¿Qué hay que pueda moveros de tal modo a furor y odio contra , y a tal desconsuelo y tal desesperación os lleve?

Amparito escuchábale complacida, riéndose malignamente del ceceo del viejo y de sus preguntas. ¿Que si tenían novio? No, señor; aún eran jóvenes y podían esperar. Concha que tenía algo, pero ella nada.... Nadie la quería... ¡era tan fea...! Y el travieso bebé experimentaba satisfacción al oírse llamar hermosa por aquella boca de ochenta años.

Fue su única alusión a la escena de aquella noche. Después, como arrepentido de dar tan en absoluto esto certificado de valor, añadió modestamente: Yo, y el Chivo, somos los tres hombres más hombres de Jerez. ¡Cualquiera se nos pone delante!... Rafael escuchábale impasible, con el gesto respetuoso de un buen servidor.