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En España, la compasión en favor de los animales es, particularmente en los hombres, por punto general, un sentimiento más bien teórico que práctico. En las clases ínfimas no existe. ¡Ah, míster Martín! ¡Cuánto más acreedor sois al reconocimiento de la humanidad, que muchos filántropos de nuestra época, que hacen tanto daño a los hombres, sin aumentar ni en un ápice su bienestar!

Así lo comprendió él también, porque tan luego nos vimos algo apartados de Sarto, tomó mi brazo y me dijo: Dura prueba es ésta para usted; mas no por ello disminuirá un ápice la confianza que me merecen su rectitud y su hidalguía. Desvié el rostro para no dejarle ver todo lo que pasaba en mi ánimo; bastaba que presenciase lo que me proponía hacer.

Pero, en fin, hablando, hablando, Ángel sorteó con habilidad los estorbos de la introducción, y llegó lo antes que pudo al tema de sus angustias. Tardó bastante, pero lo expuso bien, sin ocultar un ápice de cuanto sabía. De todo habló, unas veces conmovido y otras veces animoso, pero siempre con buen arte; y Leticia, mientras le estaba oyendo, parecía devorarle con los ojos.

El empeño de seguir á ciegas modelos desacreditados y mal entendidos, y de destruir la armonía reinante entre el pueblo y los poetas, fracasó aquí en sus albores. Todos los dramáticos, que la respetaron hasta su decadencia á principios del siglo XVIII, sólo fueron grandes é influyentes porque, al componer sus obras, no se separaron un ápice del espíritu nacional.

Así, aunque no parezca cierto, suelen hablar y sentir algunos seres «vivos y efectivos», como dicen las lápidas de los nichos en que están enterrados los oficiales militares muertos en el servicio de la corona española. Así exactamente, y sin quitar ni poner ápice, era como sentía y hablaba Juan Jerez.

Considerado en el ápice de mi mente, en la inteligencia, vivo en la eternidad secundaria; torrente de las existencias sucesivas, perpetuo tránsito, movimiento sin término, carrera sin meta, mudanza y proceso que no acaban.

Mi magia es toda natural y lícita, aunque es de dos maneras: la que se funda en el conocimiento de hierbas, de drogas y de otros recursos enteramente materiales, en la cual está instruido el hermano Tiburcio, que como ves ha venido a ayudarme, y la magia superior, incomunicable y pura, cuyo poder estriba en el centro del espíritu, en el ápice de la mente, en la raíz misma por donde nuestro limitado pensamiento, no sólo toca, sino está asido a lo infinito.

Y para el alma pura o ápice del alma para la suprema porción de entendimiento y del afecto, porción toda espiritual y divina, simple inteligencia o mente, había estado doña Inés sin ministra durante largos años, hasta que por último la había hallado o la había creído hallar en Juanita la Larga, a quien tan injustamente despreció y odió de oídas y al verla por vez primera.

No hace falta contestó De Pas, horrorizado ante la idea de que le vieran en sotana. Y sin perder un ápice de su dignidad, de su gravedad ni de su gracia, subió como una ardilla al travesaño más alto, mientras el manteo flotaba ondulante a su espalda. Perfectamente dijo metiendo los brazos por donde poco antes había introducido los suyos Mesía. Aplausos en la multitud.

Aunque en la noche obscura, en el tortuoso y áspero camino y en la larga y cansada peregrinación, busquemos en balde reposo en las ruinas del templo, y pidamos inútilmente consolación y fe a los monjes difuntos, todavía una fe más radical y más íntima persiste en el ápice de la mente, surge del abismo del alma y no nos abandona. Todavía nos asiste Dios, nos guía y nos conforta.