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Pídame mañana a mamá... Aunque es inútil, ya le he dicho yo a mamá que nos casaremos en seguida si usted no hubiera desistido. Disponga de . Le suplicaría que nos casáramos cuanto antes. Soy suya, enteramente suya. Iremos los dos, usted y yo, a la gran felicidad, a esa gran felicidad que soñé, que soñé tanto en estos días, y rezando delante de la Virgen, en la iglesia de Nueva Pompeya...

Ellos lo inventaron y todos lo darán por cierto, y lo creerán, y dirán, como yo lo he oído de labios de las Castro Pérez, que la cosa es hecha, y que nos casaremos Gabriela y yo dentro de pocos meses. Espero, Linilla mía, que no darás oído a las murmuraciones villaverdinas. Te confieso que tales embustes me tienen apenado. ¡Qué dirá el señor Fernández si llega a saberlos!

JULIA. ¡Ay, ...! Y no ignoramos que formamos discípulos para bien de las mujeres honradas, que nos detestan. Nuestra única venganza consiste en pensar que con el tiempo nos casaremos con los maridos divorciados de nuestras rivales. JULIA. ¡No lo digo por usted, señorita! Confío en que sabrá usted defender su tesoro. DORA. No deseo otra cosa; pero reconozco toda mi inferioridad...

Me voy con la mujer a quien adoro. Nos casaremos, y confío que, a pesar de todo, usted bendecirá nuestra unión. Pedro.» Y ahora que Apolonio quedó como una estatua, no ya en los ojos, sino en todos sus miembros, y con el alma pálida y vacía. Cuando al fin le volvió la sangre a circular, dijo a la fámula: No se cena hoy. puedes marchar ya a tu casa. Dame el impermeable.

Lo esencial es que nos casaremos cuando se nos antoje. En Susana pudo más la alegría del amor probado, que la tristeza por la riqueza perdida, y arrojándose en brazos de su Pepe, repuso: Yo también me alegro, porque así conozco lo que vales. No me equivoqué al quererte.

Mujer, oyes, mujer... pronunció con voz que quería suavizar y que sólo lograba ensordecer no te aflijas, no te mates.... Allí... yo... yo me pondré por padre y nos casaremos si quieres... y si no, no... lo que digas.

Como un pino de oro. ¿Buen cristiano? Creo que . ¿Honrado? Á carta cabal. ¿Y la quiere mucho? Con toda su alma. ¿Y es discreto y valiente? Como un Gonzalo de Córdoba. Además es poeta elegantísimo, monta bien á caballo, posee otras mil habilidades, es muy leído y sabe de torear. Me alegro, me alegro y me realegro. Le casaremos con Clarita, aunque rabie Doña Blanca. , querido maestro.

Yo quiero darte la felicidad, si juzgas felicidad el que yo sea tuya. Si no me desprecias, si me perdonas, si no me crees indigna, nos casaremos, aunque rabie doña Inés de que yo no sea monja, aunque don Andrés te retire su favor, aunque se nos haga imposible la permanencia en este pueblo y aunque tengamos que irnos por ahí, acaso a vivir miserablemente.

Le casaremos... pero es menester que seamos muy prudentes. Prudentes sicut serpentes... Pierde cuidado. Harto yo quién es Doña Blanca. Es omnímodo el imperio que ejerce sobre su hija. El respeto y el temor que le infunde exceden á todo encarecimiento. Y luego, ¡qué brío, qué voluntad la de aquella señora! Á terca nadie le gana.

Y yo, María Ana, que la quiero á usted con un amor inextinguible, que se impone á la fealdad y á la vejez, yo, que he conquistado una fortuna y permanezco soltero porque de todas las mujeres que he conocido me separaba la imagen de usted y la seguridad de que algún día seríamos el uno del otro, vengo á ofrecerla á usted mi libertad. Nos casaremos, si usted quiere. Mi mano es ésta...