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Actualizado: 3 de junio de 2025
Susana, que años atrás había evitado a Valeria la desgracia de verse arrojada del colegio, y que luego la trató como a hermana, se erigió de nuevo en protectora cariñosa. «Nos casaremos el mismo día le dijo yo primero, y luego seremos padrinos de tu boda.
¿Y casaremos a Julieta con un embajador? No te diré que no, si a mano viene. ¡Ajaá! Y con eso espantaremos de una vez tanto moscón como nos zumba aquí alreguedor de las talegas de tu hija. Ese será uno de los motivos que más me animen a llevaros conmigo. Pues mira, Simón: por si se vuelve atrás y no te ves en otra, coge a ese país por la palabra.
Pues ya no extraño que doña Clara ame á un tal hombre; doña Clara aborrece á Lerma... Tengo pruebas de ello; porque doña Clara es vuestro consejo, y al ver á Lerma comprometido... en efecto, esas cartas han producido un resultado saludable... los casaremos; se hará cuanto haya que hacer con el coronel Soldevilla... pero siento pasos en la antecámara, acaso sea doña Clara.
Tú fuiste virgen sin mancha, pero te casaste. ¡Sálvalo, Señora! ¡Señora, tú estuviste casada y tuviste un hijo. ¡Sálvamelo, Señora, para que nos casemos, aunque yo continúe virgen y no tenga ningún hijo! Felicita sintió que el pecho se le llenaba de confianza. Volvió al sofá. Inclinó la cabeza, pensando: «La Señora me lo salvará, y nos casaremos.
Aquí hizo Lita una pausa, para gozar del efecto de su descripción... En su entusiasmo no vio que el chico, con sus infantiles ojos negros húmedos de piedad y de ternura, meneaba incrédulo la cabeza... Y ella prosiguió, alzando su vocecilla de plata: Yo sé que esa hada va a curarme y entonces podré saltar y correr, y cuando seamos grandes, ¡los dos nos casaremos!...
Va a creer que hay en tu vida alguna mancha cuyo recuerdo te obliga a rechazar lo mismo que deseas. ¡Pobre de él y pobre de ti como se le meta eso en la cabeza! Vamos a ver: ¿en qué fundas tu terquedad? Cuando tales cosas escuchaba Felisa, dejaba caer la cabeza sobre el pecho y contestaba con evasivas. No sé... rarezas mías... ya nos casaremos.
Ahora, como ya sabemos que eres bueno, un excelente muchacho, que repugna toda crueldad, he venido para llevarte conmigo. Si quieres, nos casaremos y viviremos felizmente juntos, más de mil años, en el Palacio del Dragón, allende los mares azules.
Después que las suaves brisas de Italia me hayan acariciado dulcemente devolviéndome la salud del cuerpo y me haya restaurado tu amor el vigor del espíritu, nos casaremos; entonces papá volverá a París y nosotros seguiremos nuestro viaje. ¿Qué te parece? ¿Verdad que es un proyectó magnífico? » Si, Magdalena; solamente es de sentir que comience por una separación.
La maldad de la señora Bruinsteen hallará todavía medio de romperlo. Esta misma noche escribiréis las cartas para que os manden los papeles necesarios de Bruselas, y si tenéis tanta prisa como yo, nos casaremos dentro de seis semanas. La viuda parecía que ya no le oía y dirigía la mirada con atención particular al fondo del cuarto.
Palabra del Dia
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