United States or Senegal ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y si no supiera que sois la hija de la condesa de Bruinsteen dudaría de que fuera ésta, y no Marta, vuestra Marta... , exclamó la joven con orgullosa alegría , ¡es mi madre por el alma, por el corazón! ¡Ah, Federico, qué felices deben ser los hijos que tengan una madre así!

Es que no , no me atrevo dijo la sirvienta con desconfianza . El señor está acostado todavía. ¿No podríais esperar una media horita? No, os ruego que vayáis en seguida y digáis al señor Federico que el aya del castillo de Orsdael ha venido a hablarle de cosas importantes. ¡El aya de la señorita de Bruinsteen! exclamó la sirvienta con sorpresa . ¡Oh, ya comprendo! , , voy a llamarlo.

La maldad de la señora Bruinsteen hallará todavía medio de romperlo. Esta misma noche escribiréis las cartas para que os manden los papeles necesarios de Bruselas, y si tenéis tanta prisa como yo, nos casaremos dentro de seis semanas. La viuda parecía que ya no le oía y dirigía la mirada con atención particular al fondo del cuarto.

Subió lentamente la escalera, reflexionando sobre la amable sorpresa que le había hecho la condesa, y su modo astuto de ofrecerle con mucho énfasis una donación que podía retirarle al día siguiente. ¿Qué hábil maniobra ocultaba aquello? ¿Quería la señora de Bruinsteen tenderle una celada? ¿Buscaba algún medio de impedir su casamiento con Marta? ¿Cómo sabía la condesa que poseía títulos de renta? ¿Quién le había dicho que sus papeles estaban encerrados en el cofre de hierro?

Es imposible negarlo. ¡Todas las circunstancias agravantes acompañan al crimen; ya sabéis lo que os espera: la pérdida de vuestra fortuna, el eterno deshonor y cinco años de presidio! La señora de Bruinsteen fijó un momento la mirada en el papel. Se puso pálida como la muerte, y todo su cuerpo se estremeció.

No queréis creerme prosiguió la señora de Bruinsteen . Si llegáis a probarme que he dejado sospechar ese secreto por una sola palabra, os doy la mitad de mi fortuna... ¿Os reís? ¿No os parece bastante? Si me convencéis de esa estupidez tan cobarde, os doy el derecho ante Dios y ante los hombres de vengaros de , aunque sea matándome.

Un puñado de oro, economizado sueldo a sueldo. ¿Un puñado de dinero? dijo la señora de Bruinsteen, riendo de incredulidad . ¿Pensáis que no cuántas acciones de la deuda del Estado y cuántos títulos de empréstitos encerráis allá arriba, en vuestra caja de hierro? Vamos, vamos, no os enojéis, mi buen Mathys, no os envidio de ningún modo vuestro tesoro.

Es decir respondió la condesa que tendréis el usufructo y gozaréis de los arriendos. Ya me parecía dijo el intendente con amarga decepción. Sois injusto, Mathys observó la señora de Bruinsteen . Hago todo lo que puedo por disponer de ellos a mi antojo. Si muere, el molino de agua será vuestro; pero, mientras tanto, tenéis que contentaros con la renta y los réditos. Es una bonita renta anual.

Cuando Marta entró en la sala, vaciló un instante, pero luego, armándose de valor, golpeó suavemente a la puerta de la pieza. Entrad respondió una voz en tono seco. La señora de Bruinsteen estaba sentada en un sillón. Sus ojos inflamados parecían lanzar relámpagos; tenía, sin embargo, una sonrisa en los labios, una expresión de alegría sarcástica y triunfante.

Pero, ¿qué significa esto? murmuró la condesa retrocediendo . ¡Me dais miedo! Respondedme, respondedme bramó Mathys, mirándola en los ojos, con los dientes apretados y los labios contraídos . ¿Qué le habéis dicho ayer a Marta? Pero, por Dios, ¿qué os pasa? balbuceó la condesa de Bruinsteen asustada . Se diría que queréis asesinarme. No deis un paso más porque grito pidiendo auxilio.