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Actualmente saca en limpio tres ó cuatro millones nada más, y como tiene que cubrir unos gastos enormes, se ve obligado á hacer empréstitos para seguir viviendo, lo mismo que un Estado. Miguel se fijó en los que pasaban por el bar. Sólo entraba un hombre por cada diez mujeres. También es la guerra dijo Castro . ¡No se ven mas que hembras, hembras por todas partes!

Si algún pensamiento económico impide la guerra o la hace más difícil en lo venidero, es independiente de la ciencia: no es menester haber leído a los economistas para concebirle. El pensamiento es sencillo y claro: es el pensamiento de lo mucho que la guerra cuesta. Los Gobiernos, además, tienen casi siempre que acudir a empréstitos para hacer la guerra.

No es fácil apreciar hasta qué punto la riqueza, la actividad y las comunicaciones de Francfort influyen sobre la economía de toda la Alemania y aun de casi toda la Europa, ya facilitando los viajes y las transacciones, ya concurriendo á todos los empréstitos de los gobiernos y las grandes compañías, ó fomentando empresas muy diversas en todos los países.

Comunicábanse sus desgracias y placeres, partiendo unos y otros fraternalmente, y se ayudaban en sus respectivas crisis financieras, haciéndose mutuos empréstitos, y girando el uno contra el otro cuantiosas letras, á pagar noventa días después del Juicio final.

Pero el administrador le contestaba con un gesto de desaliento. ¿Encontrar dinero sobre bienes que estaban en Rusia?... Valiéndose del antiguo prestigio del príncipe, había podido realizar varios empréstitos; mas transcurría el tiempo y los intereses enormes iban acumulándose. Lubimoff, á pesar de haber simplificado sus gastos y suprimido sus pensiones, necesitaba mucho dinero para vivir.

Empréstitos a su hermano hipotecándole alguna finca trasconejada en las ventas y subastas, pagarés a algunos arrojados usureros sobre la herencia de un tío viejo y enfermo reconociendo tres veces la cantidad recibida, joyas que su hermana le regalaba no pudiendo regalarle dinero, cuentas exorbitantes con el importador de coches y caballos, con el sastre, con el perfumista, con Lhardy, con el conserje del club, con todo el mundo.

Un puñado de oro, economizado sueldo a sueldo. ¿Un puñado de dinero? dijo la señora de Bruinsteen, riendo de incredulidad . ¿Pensáis que no cuántas acciones de la deuda del Estado y cuántos títulos de empréstitos encerráis allá arriba, en vuestra caja de hierro? Vamos, vamos, no os enojéis, mi buen Mathys, no os envidio de ningún modo vuestro tesoro.

Hice empréstitos a los reyes, subsidié guerras civiles, y fuí aclamado por todas las repúblicas latinas que ornan el golfo de México. Y entre tanto, vivía triste...

La noticia de que era portador cayó en el vacío; la escopeta de don Bernardino marró el tiro lastimosamente. ¡A buen puerto iba con sus historias de empréstitos, sabidas de memoria y olvidadas de puro sabidas! Que se hacía el empréstito; perfectamente, ¿y qué? ¿quién beneficiaba de él? ¿el país? ¿el comercio? ¡Quite usted allá, señor don Bernardino! Muchos se encogían de hombros.

Hasta los señores de Madrid que gobernaban el país le buscaban y mimaban para que prestase ayuda al Estado en sus apuros y empréstitos. ¡Y el doctor Aresti, amado por Sánchez Morueta con un afecto doble de padre y de hermano, se empeñaba en vivir fuera de su protección, más allá de la lluvia de oro que parecía caer de su mirada y que hacía que los hombres se agolpasen en torno de él, con la furia brutal de la codicia, obligándolo á aislarse, á permanecer invisible, para no perecer bajo el formidable empujón de los adoradores!... La única merced que el médico había solicitado de su poderoso pariente, era el establecimiento en la cuenca minera de un hospital para los trabajadores que antes perecían faltos de auxilio en los accidentes de las canteras.