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Descansad, María le dijo . Reposad tranquila en la venturosa paz de vuestra alma, sin que la importune la idea de que otros velan y padecen. Capítulo XXVII Apenas cerró el duque la puerta, cuando Pepe Vera salió por la de la alcoba, riéndose a carcajadas. ¿Quieres callar? le dijo María haciendo reflejar los rayos de la luz en el solitario que el duque acababa de regalarle.

Las noches eran apacibles y calurosas, y la tertulia se prolongaba a veces hasta las nueve y media o las diez. Miguel se fue acostumbrando a asistir a ella, dejando las visitas a la generala para otras horas. Sentábase a menudo al lado de Maximina y se complacía en regalarle el oído. Si nos preguntasen si creía lo que la iba diciendo, nos sería casi imposible contestar.

Cabalmente son subscriptores también todos los hombres notables de la política y de la Bolsa. Sólo usted nos faltaba, como quien dice. En ese caso dijo don Simón comprendiendo entonces la intención del periodista, que no era seguramente la de regalarle el periódico , envíeme usted el recibo. A su tiempo, señor de los Peñascales.

Pepet, al hablar de estas reuniones, en las que se rozaba con gente brava, portadora de armas, volvía a acordarse del cuchillo del abuelo. ¿Cuándo hablaría don Jaime a su padre para que le entregase esta joya de familia?... Ya que retardaba la petición, debía acordarse de su promesa y regalarle otro cuchillo. ¿Qué podía hacer un hombre como él falto de tal compañía? ¿Dónde presentarse?...

Segunda base: regalarle una cantidad de dinero de relativa importancia, como obsequio a su ternura y en compensación del desengaño y desperfectos causados. En cuanto a la huida, no había dificultad: a las diez de la noche pasaba por Santurroriaga un tren hacia Francia, y Cristeta no volvía del teatro hasta las doce. Lo del dinero había que pensarlo despacio, calculando bien el desembolso.

Viendo así al pobre rajá, soberbio como un dios, bajo un cielo seco de intenso azul, y entre los esplendores de un sol ardiente, no se le hubiera ocurrido regalarle un gabán. Era casi seguro que ella misma habría ido hacia sus brazos, entregándose como una sierva de amor. Usted me recuerda al rajá, amigo Gallardo.

Felipe III estaba ocupado en examinar con su montero mayor una magnífica escopeta de dos cañones que acababa de regalarle respetuosamente la muy noble y leal villa de Eibar. ¡Eh! vienes á tiempo dijo el rey al ver al duque ; que eres aficionado, ¿qué te parece este arcabuz de caza? Mira qué llaves, Lerma: una invención, una verdadera invención.

No es cosa fácil respondió Meñique, pero trataré de regalarle el gigante, para que le sirva de criado, con su alabarda de quince pies, y su sombrero de tres picos, y su casaca galoneada, con charreteras de oro.

Volvía á entregarse al juego con las cantidades encontradas en su casa. Hasta sospechó el príncipe si habría vendido ó empeñado el alfiler con que reparó el desgarrón de su vestido. Después de regalarle la perla de la princesa Lubimoff, no la había visto más. Alicia parecía insensible á los primeros esplendores de la primavera.

Empréstitos a su hermano hipotecándole alguna finca trasconejada en las ventas y subastas, pagarés a algunos arrojados usureros sobre la herencia de un tío viejo y enfermo reconociendo tres veces la cantidad recibida, joyas que su hermana le regalaba no pudiendo regalarle dinero, cuentas exorbitantes con el importador de coches y caballos, con el sastre, con el perfumista, con Lhardy, con el conserje del club, con todo el mundo.