United States or São Tomé and Príncipe ? Vote for the TOP Country of the Week !


Las actitudes de los indios, su casi completa desnudez, sus miradas astutas, sus rostros mates y cobrizos, sus armas primitivas, todo en fin revela ó finge en esas estatuas de cera, la vida, la pasión, la energía de su modo de ser y de su peligrosa situación del momento.

Un día, después de muchas vacilaciones, lo vendió el marqués para la plaza de Pamplona, y asistió a la corrida. El de Moraima conmovíase recordando el suceso; sus ojos se ponían mates con el empañamiento de la emoción. No había visto en su vida toro como aquel.

Al fin aparecía un ángel, con alas de papel dorado, en el balcón de las Casas Consistoriales, y cantaba el romance que empieza: "Detente, detente, Abraham; No mates á tu hijo Isaac, Que ya está mi Dios contento Con tu buena voluntad." El sacrificio del cordero en vez del hijo, con lo demás del paso, lo ejecutaba el tío Gorico con no menor maestría.

Sería una indignidad, una vergüenza de que él no es capaz. Y yo, necia, ciega, que no he comprendido hasta hoy lo peligroso y absurdo de mi conducta. ¿Quién sabe? Tal vez los maldicientes lo han entendido todo de la peor manera. Tal vez han mancillado mi honra y la de mi marido. Tal vez han tenido al cabo la crueldad de acusarme. Vamos, Paco; ya lo sabes todo. No me mates. Dame la carta. ¡Pronto!

Pero el joven se había abrazado a sus rodillas con fuerza y se las besaba con transportes frenéticos, y lo mismo los pies, sacudido su cuerpo por los sollozos. ¡Esto es horrible! ¡es horrible! repetía . ¿Qué te hice para que así me mates? Vamos, Mundo, vamos.... Arriba.... Seamos formales decía ella dulcemente, acariciándole los cabellos . ¿No comprendes que es ridículo?

En guerra.... Si les vuelvo a encontrar... van a la calle por el balcón... y detrás. ¡Valiente papamoscas! Pero hombre, no mates tanta gente, que se acaba el mundo. ¿Qué buscaban esos pillos? El pillo eres ... salvaje. ¡Tanto rezar rosarios en casa de D. Felicísimo, y llama pillos a los señores sacerdotes!... ¿A qué venían? A lo que nos ha dado la gana.

Hay algunos de estos asaltantes que combinan sus golpes con habilidad, pero son raros. El sargento Gómez me refirió a este respecto una hazaña del pardo Vilaró, llamado vulgarmente "el de los pavos", para distinguirlo de un tocayo que se llamaba "el de los mates", que es un caso típico de asaltante, metido a ejercer de escrucho a la alta escuela.

»No lo quiso creer Anselmo; antes, ciego de enojo, sacó la daga y quiso herir a Leonela, diciéndole que le dijese la verdad, si no, que la mataría. Ella, con el miedo, sin saber lo que se decía, le dijo: »-No me mates, señor, que yo te diré cosas de más importancia de las que puedes imaginar. »-Dilas luego -dijo Anselmo-; si no, muerta eres.

Es necesario que antes de ir á palacio esperes á don Rodrigo, que le acometas, que le mates si es preciso; pero esas cartas, Juan... y mira, hijo mío añadió el cocinero mayor asiendo las manos del joven, y mirándole desencajado y pálido, porque cada vez se hacia para él un personaje más respetable su sobrino : aprovecha tu buena, tu inesperada fortuna; no te pregunto cómo has podido llegar hasta donde has llegado en tan poco tiempo; eres ciertamente muy hermoso, y las mujeres... pero prudente, muy prudente... no te ensorberbezcas, aprovecha las horas de buen sol, hijo; pero mira que las intrigas de palacio son muy peligrosas...

Mira: me parece que es un monte la barba de papá: y el pastel de la mesa me da vueltas, vueltas alrededor, y se están riendo de las banderitas: y me parece que están bailando en el aire las flores de zanahoria: estoy muerta de sueño: ¡adiós, mi madre!: mañana me levanto muy tempranito: , papá, me despiertas antes de salir: yo te quiero ver siempre antes de que te vayas a trabajar: ¡oh, las zanahorias! ¡estoy muerta de sueño! ¡Ay, mamá, no me mates el ramo! ¡mira, ya me mataste mi flor!» «¿Conque se enoja mi hija porque le doy un abrazo?» «¡Pégame, mi mamá! ¡papá, pégame ! es que tengo mucho sueño.» Y Piedad salió de la sala de los libros, con la criada que le llevaba la muñeca de seda. «¡Qué de prisa va la niña, que se va a caer! ¿Quién espera a la niña?» «¡Quién sabe quien me espera!» Y no habló con la criada: no le dijo que le contase el cuento de la niña jorobadita que se volvió una flor: un juguete no más le pidió, y lo puso a los pies de la cama y le acarició a la criada la mano, y se quedó dormida.