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¿Están las cuerdas listas? preguntó. Respondiéronle que . ¿Alcanzará ca una de eyas hasta abaju? Se le respondió que con sobras de otro tanto. Pidió luego una pala. Examinó la cuerda, midiéndola braza a braza; la dejó después enroscada en el suelo cerca del borde del barranco; puso la pala sobre la rosca, y volvió a asomarse al precipicio.

En el centro una pequeña isla contra la cual se estrellaban furiosas las olas. Entre la isla y el promontorio hay un canal, dijo el capitán; me lo indicó el piloto del príncipe real en persona. Veremos si el Galeón obedece á mi mano, cargado de agua como y sumergido una braza más de lo que debiera.

Al entrar en la boca tendrá una y media braza sin el flujo, y con este una braza mas: y, habiendo entrado como media milla para adentro, se encuentran dos brazos sin aquel, y tres con él; donde se fondeará cerca del arenal grande de la mano derecha, señal dos anclas, demorando entonces al N. 45° O los medanos primeramente observados en B, y el arbol de que se ha hecho referencia D, al rumbo S 67° 30' O.; demorando tambien unos pequeños médanos, letra C, al S 40° O.

Entre ellas se veían las preciadas bankolungan, de once a quince pulgadas de largas, con el dorso obscuro, el vientre blanco y una costra calcárea en ambos costados, cubiertos, además, de verrugas. Esta clase se pesca ordinariamente en los bordes interiores de los bancos de coral, a menos de braza y media de profundidad.

Yo vi que de la popa colgaba una braza de cuerda; salté de peña en peña y comencé a escalar el Stella Maris a pulso. Al asomarme por la borda, una bandada de pájaros y de gaviotas levantó el vuelo, y tal impresión me hicieron que por poco me caigo al mar. Algunas de aquellas furiosas aves me atacaban a picotazos y revoloteaban alrededor de lanzando gritos agudos.

Los mayorales, que han pasado la mañana reunidos en grupos, liada al braza la tralla, fumando y escupiendo por el colmillo, mandan noramala a las desharrapadas mozuelas que, con el décimo de la lotería en la mano y la hez del idioma en los labios, van de uno en otro ávidas de piropos soeces; cada hombre se coloca en su puesto, y empieza a oírse el grito tentador: ¡Eh, arriba! ¡a la plaza!

Salían de la bodega en grupos de treinta, con su hatillo, entraban en la ballenera y los llevábamos hasta un arenal de la playa, y cuando había una braza de fondo o algo menos, echábamos toda la chinería al agua. Ellos chillaban como gaviotas al ver el mar alborotado; se les recomendó que formaran la cadena, y así fueron llegando a tierra.

; estamos embarrancados. Tengo ese temor, Capitán. Subamos, Van-Horn. Abandonaron la estiba y subieron a cubierta, asomándose por la amura de babor. Sólo entonces advirtieron que la nave estaba ligeramente inclinada y que su carena se apoyaba a estribor sobre un banco de arena cubierto por media braza de agua.

A las nueve y media viré por avante con vuelta del SSO, por haber dado encima de un bajo: las nueve y treinta y dos minutos viré por causa de otro: á las nueve y cincuenta minutos volví á virar por el mismo motivo, hallándome casi en cima de otro: á las diez volví á virar por lo mismo: las once viré en vuelta de SE, por hallar solo una braza de agua: á las once volví á virar á buscar mas agua; y á las doce fondo en 7 brazas, y observé el sol en 40º 25' de latitud, y por descargar el viento por el SO duro, me mantuve dado fondo el resto del dia.

Resulta de este estudio que la navegacion desde Sevilla á Córdoba, y vice-versa, se mantenia espedita en tiempo de S. Fernando; que despues del reinado de D. Alonso el Sabio, atropellando intereses particulares al público, empezaron á entorpecer aquella libre navegacion con azudas para molinos, que, aunque dejaban canales para el paso de los barcos, causaban grandes molestias á los traficantes y barqueros; que reinando D. Pedro el Cruel se quejaron los barqueros de Sevilla del daño que les hacian los dueños de aquellos molinos cerrando las canales por donde pasaban antes los barcos, y el rey dió auto poniendo remedio, en cuya virtud el alcalde mayor de Córdoba, para que constase siempre en adelante el ancho que habian de tener las canales de las presas, tomó la medida en el arco de las bendiciones de la catedral, y la dió por norma para la anchura referida, señalando de fondo dos varas; que la navegacion se abandonó despues por los robos que con sus entradas hacian en los pasajeros los moros de Granada; que por los años de 1524, habiendo vuelto de Paris el maestro Fernan Perez de Oliva, se agitó nuevamente este asunto con mucho calor en el cabildo de Córdoba, en una de cuyas sesiones propuso aquel sabio economista, que dejando el antiguo y mezquino modo de navegar con barquillos traidos á remo, se estableciese la navegacion á la sírga, tan fácil y productiva, como se practicaba en muchos rios de Italia, Francia y Flandes con barcas de suelo llano que cargaban mas de 200 carros de peso y calaban menos de una braza de agua; finalmente, que en 1561 se volvió á tratar este importante negocio, hizo el rey Felipe II reconocer el rio por personas entendidas, é informado de que la navegacion del Guadalquivir ofrecia dificultades nada insuperables, resolvió S. M. fuese restablecida en cuanto se acabasen las obras para dejar corriente la del Tajo, donde por la singular industria y grande ánimo de Juan Bautista Antonelli se estaban venciendo obstáculos mucho mayores.