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Sancho, mostrando las llagas a la duquesa de su roto vestido, dijo: -Si esta caza fuera de liebres o de pajarillos, seguro estuviera mi sayo de verse en este estremo. Yo no qué gusto se recibe de esperar a un animal que, si os alcanza con un colmillo, os puede quitar la vida; yo me acuerdo haber oído cantar un romance antiguo que dice: De los osos seas comido, como Favila el nombrado.

Había en las filas renacuajos de dos pies de alto, con las patas en curva y la cara mocosa, que blasfemaban como carreteros; había quien, mudando los dientes, escupía por el colmillo; había quien llevaba una colilla de cigarro detrás de la oreja y una caja de fósforos en un hueco, que no bolsillo, de la ropa.

Este producto extraordinario se usa principalmente en la fabricación de botones. Algunas cantidades de marfil vegetal se emplean para hacer cabos de paraguas, piezas de ajedrez, fichas para juegos de naipes, y otros artículos semejantes que se hacen también de marfil de colmillo de elefante; pero la mayor parte de esta substancia vegetal se dedica, como antes se ha dicho, a la fabricación de botones.

He visto un ladrón que a fuerza de leer se ha hecho un leguleyo ; tiene toda la exterioridad de un hombre de educación esmerada, se expresa correctamente y no deja traslucir en su trato que, diez años atrás, era un compadrito que escupía por el colmillo y se quebraba hasta barrer el suelo con la oreja. El pillo extranjero es el más abundante.

Celedonio ceñida al cuerpo la sotana negra, sucia y raída, estaba asomado a una ventana, caballero en ella, y escupía con desdén y por el colmillo a la plazuela; y si se le antojaba disparaba chinitas sobre algún raro transeúnte que le parecía del tamaño y de la importancia de un ratoncillo.

Y como si hubiese perdido toda curiosidad, fué sumiéndose en el sueño.... Pero antes de dormirse completamente sintió un pinchazo en una muñeca, algo semejante á la mordedura de un colmillo único, una incisión que pareció llegar hasta el torrente de su sangre. Quiso mover el brazo en que había recibido esta herida y no pudo.

Toda la gente que había en Praga la miraba, y ella más parecía corrida que orgullosa. Salimos... tras, tras... calle de Alcalá, Peligros, Caballero de Gracia, ellos delante, nosotros detrás. Por fin dieron fondo en la calle del Colmillo. Llamaron al sereno, les abrió, entraron.

Con él no había miedo á que entrase por descuido la ola de través que barre la cubierta y apaga las máquinas, ó que el escollo invisible clavase su colmillo de piedra en el vientre del buque. Seguía junto al timonel el rumbo indicado, inmóvil y silencioso, como si durmiese de pie; pero en el momento oportuno dejaba caer la breve palabra de mando.

La joven, que era lindísima, aunque un poco marchita ya, le clavó una mirada dulce y risueña, como si le quisiera fascinar. ¿Quién es esta joven? le pregunté. Pues esta joven me contestó lanzando el chorrito de saliva por el colmillo es hija de ese señor viejo, que se llama D. Serafín Blanco, y viven en Málaga, aunque son de Granada.

El calavera silvestre es un hombre de la plebe, sin educación ninguna y sin modales; es el capataz del barrio, tiene honores de jaque, habla andaluz; su conversación va salpicada de chistes; enciende un cigarro en otro, escupe por el colmillo; convida siempre, y nadie paga donde está él; es chulo nato; dos cosas son indispensables a su existencia: la querida, que es manola, condición sine qua non, y la navaja que es grande; por un quítame allá esas pajas le da honrosa sepultura en un cuerpo humano.