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Los capotes de los maestros consiguieron al fin atraerlo hacia la barrera, donde esperaban los picadores, inmóviles sobre sus monturas, con la garrocha bajo el brazo. Se acercó a un jinete con la cabeza baja y fieros bufidos como si fuese a acometer. Pero antes de que el hierro se clavase en su cuello, dio un salto y huyó, pasando por entre las capas que le tendían los peones.

Allí estaba de la mañana casi hasta la noche, la espalda encorvada, los dedos agarrotados sobre el lapicero, sentado en el banco de patas largas, sin descanso, sin distracción, esclavo del trabajo, prisionero del deber; y así todos los días, todos los días... hasta que la enfermedad le clavase en el lecho, la vejez le baldara o le sorprendiera la muerte.

El no percibía delante de más que un gran agujero negro donde iba a sumirse. Los altos álamos que orlaban la carretera, pasaban raudos a su lado como negros fantasmas. ¡Up, up, up! El noble bruto volaba como si le clavase el acicate. Así corrió por espacio de media hora. Es imposible se dijo. Su caballo es aún mejor que el mío, y me llevaba una delantera de dos tiros de fusil lo menos.

Y se puso á repetirle gravemente algunas palabras de ensalmo en que se conjuraba á una cierta Elena, hija de rey, que escarbando la tierra del monte Olivete se había hallado los tres clavos de Nuestro Señor, para que clavase uno de ellos en el corazón de Soledad. Para que no pueda vivir, ni sosegar, ni en silla sentar, ni en cama acostar, sino que muriendo de pena me venga á buscar.

Con él no había miedo á que entrase por descuido la ola de través que barre la cubierta y apaga las máquinas, ó que el escollo invisible clavase su colmillo de piedra en el vientre del buque. Seguía junto al timonel el rumbo indicado, inmóvil y silencioso, como si durmiese de pie; pero en el momento oportuno dejaba caer la breve palabra de mando.

La Caramba, ya quería matarle, ya quería morir ella por amor de él; pero de todos modos ansiaba ser amada. Consultó a una famosa gitana hechicera, que había entonces en Madrid, y esta gitana le vendió el puñalito con puño de oro para que le clavase en el corazón de la efigie, como la Caramba lo hizo. No por eso conquistó ella el vivo y verdadero corazón de D. Jacinto.

Se afirmó sobre sus pies como si se clavase en el piso. «¡Espera! ¡Espera!», dijo al indio.

Era hombre de carácter siempre que su tía no le clavase la flecha de sus ojuelos pardos y sagaces, y viose tan perdido que se apresuró a variar la conversación, preguntando a su tía cuántos años tenía doña Melitona.

Pero es que yo no la rompería tontamente sobre el escudo del otro, sino contra mi rodilla. Y así convertiría lo que no es más que un pincho inútil en una buena maza. ¿Y después? Dejaría que el otro me clavase su espadín en una pierna ó en el brazo, ó donde mejor le pareciese y luego y con toda calma le estrellaría los sesos con mi maza. ¡Bravo, Tristán!

Pero la bestia manteníase en pie, volviendo su cabeza a un lado y a otro. El Nacional, excitándola con el trapo, la hacía correr, y aprovechaba ciertas ocasiones para golpearla el cuello con el capote rudamente, con toda la fuerza de su brazo. El público, adivinando sus intenciones, comenzó a protestar. Hacía correr al animal para que con el movimiento se clavase más el estoque.