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Resulta de este estudio que la navegacion desde Sevilla á Córdoba, y vice-versa, se mantenia espedita en tiempo de S. Fernando; que despues del reinado de D. Alonso el Sabio, atropellando intereses particulares al público, empezaron á entorpecer aquella libre navegacion con azudas para molinos, que, aunque dejaban canales para el paso de los barcos, causaban grandes molestias á los traficantes y barqueros; que reinando D. Pedro el Cruel se quejaron los barqueros de Sevilla del daño que les hacian los dueños de aquellos molinos cerrando las canales por donde pasaban antes los barcos, y el rey dió auto poniendo remedio, en cuya virtud el alcalde mayor de Córdoba, para que constase siempre en adelante el ancho que habian de tener las canales de las presas, tomó la medida en el arco de las bendiciones de la catedral, y la dió por norma para la anchura referida, señalando de fondo dos varas; que la navegacion se abandonó despues por los robos que con sus entradas hacian en los pasajeros los moros de Granada; que por los años de 1524, habiendo vuelto de Paris el maestro Fernan Perez de Oliva, se agitó nuevamente este asunto con mucho calor en el cabildo de Córdoba, en una de cuyas sesiones propuso aquel sabio economista, que dejando el antiguo y mezquino modo de navegar con barquillos traidos á remo, se estableciese la navegacion á la sírga, tan fácil y productiva, como se practicaba en muchos rios de Italia, Francia y Flandes con barcas de suelo llano que cargaban mas de 200 carros de peso y calaban menos de una braza de agua; finalmente, que en 1561 se volvió á tratar este importante negocio, hizo el rey Felipe II reconocer el rio por personas entendidas, é informado de que la navegacion del Guadalquivir ofrecia dificultades nada insuperables, resolvió S. M. fuese restablecida en cuanto se acabasen las obras para dejar corriente la del Tajo, donde por la singular industria y grande ánimo de Juan Bautista Antonelli se estaban venciendo obstáculos mucho mayores.

Escrita en la Torre del gran Turco sigun diré por... Corrales, natural de Ocaña. Dióseme en Micyna á 31 de mayo de 1561. Por bajo, de letra diferente, se lee: «Está llena de mentiras

Pero ¿en dónde está este libro, y quién lo ha visto alguna vez? Es siempre extraño, que, por lo general, se conozca el título, y, sin embargo, nadie sepa qué comedias son éstas. Farsa Rosiela, nuevamente compuesta. Cuenca, 1558. De autor desconocido. Tres pasos de autores también desconocidos, impresos en el Registro de representantes de Timoneda. Valencia, 1561.

La ciudad de Valencia, y acaso también la de Sevilla, poseían ya en la primera mitad del siglo XVI teatros regulares y fijos, no de esos movedizos, que servían tan sólo para las representaciones de esta ó la otra compañía . Madrid, poco importante en esa época, no tenía ninguno parecido; y sólo desde el año de 1561, en que esta villa se convirtió en corte de los reyes, comenzó á aumentarse rápidamente su población y riqueza, y atrajo á su seno muchas compañías errantes, haciéndose sentir la necesidad de construir un edificio, destinado á sus representaciones.

Véase la reseña que se halla en Ludovico Domenico, Raggionamento sopra la imprese di Paolo Giovio: 1561, pág. 178. Diálogos de la preparación de la muerte, por Don Pedro de Navarra: Zaragoza, 1567. Apotegmas, de Juan Rufo: 1596, pág. 5. La Diana, de Gil de Polo. Nueva impresión con notas al Canto del Turia: Madrid, 1802, pág. 515.

D. Álvaro de Sande no sale tan bien librado como en las relaciones impresas, en ésta, que deja suspenso y conmovido el ánimo del lector. Sacada del italiano en español. Forma un códice en 4.º de 61 fojas, escritas por tres manos distintas, por cuadernillos, por la urgencia con que se tendría que sacar la copia. La hoja primera de guarda dice: La jornada de Berbería de 1560 y 1561.

Pero todas ellas son chirinola y cháchara celeste, parangonadas con una de las que el primer arzobispo de Lima don fray Jerónimo de Loayza lanzó en 1561.

Por lo demás, tocamos ahora un punto, relativo al desarrollo del arte dramático en España, envuelto en cierta oscuridad, que apenas comienza á disiparse. No existe drama alguno religioso, que corresponda al período comprendido entre 1561 y los últimos diez años del siglo, ni se hallan tampoco datos históricos que nos ayuden á conocer los perdidos.

De una de ellas, que se representó en un convento de Utrera en 1561, dice un antiguo analista, que es una imitación de los cómicos latinos, y que, contra lo hecho por Lope de Rueda, está toda escrita en verso . La Cueva llama á Malara el Menandro del Betis, y dice que hacia este mismo tiempo eran famosos por sus comedias al estilo antiguo los poetas Guevara, Gutierre de Cetina, Cozar, Fuentes y Mejía.

La decoración del teatro era de Cosme Loti, que en tantas ocasiones ha llenado de admiración á Italia, patria suya y á nuestra España. Rodrigo Caro, Claros varones de Sevilla y Antigüedades de la villa de Utrera. V. á Navarrete, Vida de Cervantes. Madrid, 1819, pág. 410. Moratín, catálogo del año 1561. Las de los clásicos. Parnaso español, tomo VIII, págs. 60 y 61.