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Mi mamá nos ha visto dijo . Sr. de Araceli. Escápese usted, sálvese usted, pues todavía es tiempo. Subamos, y diciendo la verdad nos salvaremos los dos. En el corredor Presentación cayó de rodillas ante su madre que al encuentro nos salía, y exclamó con ahogada voz: Señora madre ¡perdón!, yo no he hecho nada. ¡Qué horas son estas de venir a casa!... ¿Y D. Paco, y las otras dos niñas?...

4 Aún te edificaré, y serás edificada, oh virgen de Israel; todavía serás adornada con tus panderos, y saldrás en corro de danzantes. 5 Aún plantarás viñas en los montes de Samaria; plantarán los plantadores, y harán común uso de ellas. 6 Porque habrá día en que clamarán los guardas en el monte de Efraín: Levantaos, y subamos en Sion, al SE

4 Denunciad guerra contra ella; levantaos y subamos hacia el mediodía. ¡Ay de nosotros! Que va cayendo ya el día, que las sombras de la tarde se han extendido. 5 Levantaos, y subamos de noche, y destruyamos sus palacios.

¿Tanto, eh?... Y Melchor, ¿dónde está? Me dijo que ya venía... Aquí viene. Fui a hacer un telegrama dijo Melchor, respondiendo a Ricardo. ¿Un telegrama?... ¿a quién? Menos averigua Dios, y perdona... ¿Subamos? Instalados en sus asientos y de nuevo en marcha, Ricardo no pudo reprimir su curiosidad e insistió en su pregunta: Y al fin, ¿a quién telegrafiaste? ¡Qué curiosidad!

Subamos y apartémonos de aquí, que yo pondré silencio en mis rebuznos, pero no en dejar de decir que los caballeros andantes huyen, y dejan a sus buenos escuderos molidos como alheña, o como cibera, en poder de sus enemigos.

Subamos, juntos en espíritu, esta mística y difícil escala: asciendan a la par nuestras almas a esta bienaventuranza, que aun en la vida mortal es posible; mas para ello es fuerza que nuestros cuerpos se separen; que yo vaya a donde me llama mi deber, mi promesa y la voz del Altísimo, que dispone de su siervo y le destina al culto de sus altares. ¡Ay, Sr.

Señor de Araceli, ¿las ha visto usted? Subamos, que arriba han de estar. Que no están. ¡En buena nos han metido!... El santo Ángel de la Guarda me acompañe. Estas niñas me harán condenar, señor de Araceli... ¿Se habrán metido abajo en el salón de sesiones? Yo no he traído papeleta para las tribunas reservadas; pero subamos a la pública y desde allí veremos si están.

Yo saldré a la calle... Yo buscaré por todo el edificio; yo volveré patas arriba Cortes y procuradores, y han de parecer, aunque se hayan metido dentro de la campanilla del presidente o en la urna donde se vota. ¡Qué aprieto, qué compromiso, qué situación! Y el pobre viejo se echó a llorar como un chiquillo. Subamos, Sr. de Araceli dijo resueltamente Presentación que tengo mucho deseo de ver eso.

; estamos embarrancados. Tengo ese temor, Capitán. Subamos, Van-Horn. Abandonaron la estiba y subieron a cubierta, asomándose por la amura de babor. Sólo entonces advirtieron que la nave estaba ligeramente inclinada y que su carena se apoyaba a estribor sobre un banco de arena cubierto por media braza de agua.

3 Y levantémonos, y subamos a Bet-el; y allí haré altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha sido conmigo en el camino que he andado. 7 y edificó allí un altar, y llamó el lugar El-betel, porque allí se le había aparecido Dios, cuando huía de su hermano.