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La ilustre fregona, para una de igual título de Lope de Vega, otras dos de Vicente Esquerdo y Cañizares, y La hija del mesonero, de Diego de Figueroa y Córdova. El licenciado Vidriera, para otra de igual título de Moreto. La señora Cornelia, á Tirso de Molina para su comedia Quien da luego da dos veces. El celoso extremeño, para dos de igual título de Lope y Montalbán.

Al sentirse renacer, como aquella Ave Fénix citada por tantos autores sacros y profanos, saboreó Ramiro con lánguida avidez la delicia de vivir. Todo le azoraba, y el milagro del mundo volvía a maravillarle. Sentado ahora junto a la vidriera, miraba con pensativa puerilidad las nubes espesas de aquel principio de invierno.

El señorito de Limioso se acercó otra vez, levantó el visillo y llamó a don Eugenio. Mire, Naya, mire para aquí.... Buena gana tienen de subir ni de tirar piedras.... Están bailando. Don Eugenio se llegó a la vidriera y soltó la carcajada.

En el Liceo Montespan, el despacho de la directora no es severo de aspecto. El limonero del mobiliario, las colgaduras azul de Francia, la luz que cae de una vidriera un poco alta, todo da al decorado la apariencia de un salón de lujo en un paquebote. La directora la señora Jozielle bordea los treinta y cinco años.

Sólo quedaba la pura emanación de la mente; y las ideas parecían brillar con más fuerza en la sombra, como las ascuas de los braseros. Dos días después sobrevino un hecho inesperado. Sería algo más de la una. Sentado, como de costumbre, junto a la ventana, Ramiro hojeaba al azar el Cordial, el Arte de bien morir, el Contemptus Mundi. La vidriera dejaba pasar una luz plomiza y melancólica.

Su rostro se animó de nuevo, acogiéndose con plena convicción a una probabilidad como esa, profundamente razonable. A las tres golpeaba en casa del doctor Arrizabalaga. Una súbita carrera por el patio respondió al timbre, y Lidia, para detener el impulso, tuvo que cogerse violentamente a la puerta vidriera.

En las romerías, indispensablemente había de pegarse de cachetes con los zapateros. «Los zapateros» eran entonces otro gremio especialísimo que no comprendía, según la acepción popular del título, á todos cuantos machacaban suela y tiraban del cabo, así en un portal como detrás de una vidriera.

El pavimento de la sala está cubierto con una alfombra ordinaria y sus paredes exornadas de varios cromos que representan... No percibimos bien lo que representan: ya lo sabremos cuando haya un poco más de luz. Se oye una respiración suave y acompasada. La luz deja en descubierto el marco de una puerta con vidriera discretamente entornada.

Al contrario repuse yo : te sentaba admirablemente, estabas guapísima. ¡Chitón! Déjame concluir. Después que me vi en la vidriera me animé un poquirritillo. Fui otra vez a la capilla y allí me abrazaron todas mis amigas. ¡Ay hijo, entonces comencé a soltar lágrimas a chorro! ¡Me dio una perrera, que pensé liquidarme! Pero, como era una chiquilla, pasó al instante de la tristeza a la alegría.

En El licenciado Vidriera, una de sus novelas, la llama dominadora del mundo y reina de las ciudades, y añade que así como de las garras del león se deduce cuál es su fuerza y su grandeza, así se reconoce la de Roma por sus fragmentos de mármol, sus techos caídos y arruinados baños, sus magníficas columnatas y grandes anfiteatros, y por la corriente sagrada, cuyas orillas santifican innumerables reliquias de mártires, sepultados en sus olas.