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Escapé del trueno y di en el relámpago, porque era el ciego para con éste un Alejandro Magno, con ser la mesma avaricia, como he contado. No digo más sino que toda la laceria del mundo estaba encerrada en éste. No si de su cosecha era, o lo había anexado con el hábito de clerecía.

Juanita se dirigió para salir hacía la puerta de la sala. Ya en la puerta, volvió la cara, miró a don Paco, se dio a escape más de treinta besos en la palma de la mano, sopló en ellos y se los envió a su amigo por el aire. De cerca y sin alas los quiero yo. Ya les cortaremos las alas. En cuantito no sea pecado mortal, los tendrás de cerca hasta que te hartes.

Cual respuesta pavorosa se oyen gritos lastimeros de mujer, gritos heridos, insoportables, horrendos, voz de espanto miserable que pide amparo á los cielos, y el escape redoblado de un bruto que viene huyendo.

Allí está la llave: la tomo, corro á la casa, abro; el viejo debe estar arriba durmiendo la siesta: entro, la veo, la hablo, la digo ... qué yo lo que le voy á decir ... y me vuelvo á escape. Si las viejas sospechan, inventaré cualquier mentira. No hay más remedio. Al fin llegó jadeando y con mucha fatiga al extraviado ridículo.

Tus perros, linda cazadora, han descubierto este par de piezas... ¡Tira, tira sobre ellas! exclamó don Germán riendo. ¡Fuego! respondió la joven acercándose a él y dándole un beso en la mejilla. Dispara el segundo. Mira que la otra pieza se escapa. Clara se ruborizó. Aunque se escape volverá de nuevo al tiro como las palomas torcaces.

Me retiré a mi aposento, cambié lentamente el traje negro que me había puesto para la ceremonia por el de casa, dejé pasar, con una impaciencia mortal algún tiempo, y luego abrí silenciosamente la puerta de escape de mi alcoba, y me acerqué, sin causar el más leve ruido, a la otra puerta de escape del dormitorio de Amparo.

Momentos después todo era movimiento y confusión; hombres que se acercaban apresuradamente, sombrero en mano, y partían con no menor celeridad; otros que me conducían al restaurant de la estación, jinetes que salían a escape con dirección a los cuarteles, a la catedral, a la residencia del duque Miguel.

Había pisado Salvador la tierra de Francia con un impetuoso deseo de atravesarla a escape en busca otra vez de la tierra española. Dejó partir a Fernando solo, porque trataba de ocultarle su repentino regreso, y en el muelle se despidieron con un abrazo cordial.

No hay nieve que se nos escape ni lluvia que se nos pase por alto, y todo esto, al cabo, es para ver a una mujer por red y vidrieras, como hueso de santo; es como enamorarse de un tordo en jaula, si habla, y si calla, de un retrato. Los favores son todos toques, que nunca llegan a cabes: un paloteadico con los dedos. Hincan las cabezas en las rejas y apúntanse los requiebros por las troneras.

No me retengas exclamé, y en nombre del Cielo, por lo más sagrado, no me hables nunca de lo que has visto. Siguiome hasta el patio empeñado en hablarme. ¡Calla! le dije, y escapé. Luego que estuve en mi habitación y pude reflexionar tuve un acceso de vergüenza, de desesperación y de locura amorosa que no fue parte a consolarme pero me alivió.