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La luz del sol es casi siempre triste y opaca, y solo al reflejo de la iluminacion deliciosa que produce el gas se destacan las figuras con toda su energía y se ven en toda su verdad los contrastes de luz, de sombra y claro-oscuro. Es entónces que Oxford y Regent street, el Strand, y todas las grandes arterias del movimiento tienen su espléndida fisonomía que pasma.

El joven eclesiástico, que había hecho sus estudios en la Universidad de Oxford, donde se conservaba su memoria con respeto, era tenido por sus más ardientes admiradores casi como un apóstol consagrado por el cielo y destinado, si podía trabajar y vivir el término ordinario de la existencia humana, á hacer mucho en beneficio de la Iglesia de la Nueva Inglaterra.

En la España de aquel tiempo brillaron Alonso de Córdova, cuyas tablas astronómicas se usaban en Italia; Vasco de Piña, que calculó las declinaciones del sol para la isla de Santo Domingo; Luis Vives llamado a Oxford, por el rey de Inglaterra, para que instruyese a su familia; Alonso de Santa Cruz, descubridor del arte de trazar mapas, que hoy lleva el nombre de Wright; Fernán Pérez de la Oliva, que intentó descubrir el telégrafo magnético; Guillén, que inventó la brújula de variación; Diego de Zúñiga, que defendió el sistema copernicano cuando lo rechazaba Europa entera; Juan de Urdaneta, que inquirió la causa de los ciclones; Pedro Núñez, que construyó el micrómetro llamado nonius, apenas perfeccionado en tres siglos; Rivero, que inventó las bombas de metal para achicar el agua de las naves; Jerónimo Muñoz, que calculó las trayectorias de los proyectiles; Juan Pérez de Moya, que vulgarizó el estudio de las matemáticas; Rojas, cuyo astrolabio usaba Galileo; Juan Escribano, que inició la aplicación del vapor como fuerza motriz; Rojete, catalán o gallego, pero de fijo español, que construyó el primer telescopio, llegando a tener doce, entre ellos uno cuya lente convexa media veinticuatro pulgadas de diámetro, por lo cual, Sirturo llama a la construcción de telescopios arte hispano; Martín Cortés, que descubrió el polo magnético antes que Libio Sanuto; Pedro Ciruelo, que redactó el primer tratado de la ciencia del cálculo; doña Oliva Sabuco, que escribió la Filosofía de las pasiones antes que Alibert; el admirable médico Juan Huarte, precursor del moderno positivismo; Andrés Laguna, que creó un jardín botánico en Aranjuez antes que lo hubiera en Montpellier y en París; Fernández de Oviedo y José de Acosta, por quienes Humboldt ha dicho que los españoles fueron los fundadores de la física del globo.

El barrio de San-Gil está enclavado, como un cangro ulcerado y fétido, entre las magníficas vias públicas de Picadilly, la plaza de Trafalgar, el Strand y las calles de Regent, Oxford y Holborn.

El barrio opulento, donde tiene sus grandes y lujosos almacenes el comercio, es el del lado occidental, comprendiendo principalmente las calles magníficas de High y Oxford, en cuyas innumerables tiendas se encuentra reunido cuanto la civilizacion de Europa y el comercio del mundo pueden producir.

Traducida fue primero en hebreo y sabiamente comentada por Moisés de Narbona. En latín la tradujo Eduardo Pococke, y la publicó en Oxford en 1671. Después se han hecho varias versiones y ediciones de ella en las lenguas vivas de ahora, especialmente en alemán y en inglés.

Hube, pues, de limitarme á San-Gil, á donde es fácil penetrar por cualquiera de las grandes calles del centro aristocrático. Y con todo, mis visitas, que no pasaron de dos, fueron diurnas, escogiendo algunas de las callejuelas mas horribles, como la de Church-Lane, tan á la vista de todo el mundo que desemboca nada ménos que en la espléndida calle de Oxford y el Strand.

Cuando volvía pensativo, en la dirección de Hyde Park, pasando por entre los grupos animados de la opulenta calle de Oxford, me decía con tristeza: «¿De qué sirve toda esta grandeza deslumbradora, si ella es el testimonio de un malestar profundo consistente en las mas crueles y dolorosas desigualdades? ¿Es esta la civilización? ¿Es este el progreso, ó es mas bien la decadencia? ¿Esta sociedad no está en peligro inminente de una descomposición completa? ¿Este coloso que se llama Inglaterra no está minado por su baseNo encontrando fácil solucion á tales problemas, y comparando á Lóndres con los pobres pueblos de Colombia me dije luego: «! la civilizacion no es el refinamiento del bien y del mal, no es la exuberancia de prodigios, de invencíones y descubrimientos!

Añadid á esto, que los negocios, el movimiento, la navegación, arrancando al niño de las escuelas y emancipándolo temprano, lo libró de la educación sedentaria y de la vida de estropeado, que reservó la Inglaterra únicamente para los hijos de sus lores, para los nobles educandos de Oxford y de Cambridge.

Pasaron cuatro largas y espantosas semanas de martirio, hasta que llegó mediados de mayo, y pude tener suficientes fuerzas para salir solo a caminar y dar unos cortos paseos por la calle Oxford y sus alrededores. El testamento de Burton Blair había sido ya aprobado, y Leighton nos manifestó, en las varias veces que nos visitó, el descuido, e indiferencia con que el tal Dawson manejaba los bienes.