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Columnas, grandes y pequeñas, de sosten y de peso, entraron mas de 4300, traidas algunas de Roma, 19 de tierra de cristianos, probablemente de Narbona, 140 regaladas por el emperador griego, 1013 de mármol verde y rosa de Cartagena de Africa, Tunez y otras plazas de allende el Estrecho; las demas sacadas de las canteras del Andalús, como las de mármol negro y blanco de Tarragona y Almería, y las de mármol de aguas de Raya.

Las ciudades de Francia que yo he visitado, y de las que hablaré ligeramente, son Bayona, Burdeos, Nancy, Strasbourg, Mulhouse, Amiens, Marsella, Lyon, Lille, Poitiers, Angulema, Tours, Perpignan, Narbona, Tolosa y Orleans. Habiéndome dirigido á Francia desde Madrid por Búrgos y las Provincias Vascongadas, segun he apuntado ya, la primera ciudad que salió á mi encuentro fué Bayona.

Hendia entanto las Neptuneas salas La galera del modo como hiende La grulla el aire con tendidas alas. Enfin llegamos donde el mar se estiende, Y ensancha y forma el golfo de Narbona, Que de ningunos vientos se defiende.

Si mis pecados necesitan sangre que los lave, más de dos azumbres de la que corre por mis venas he dejado yo en tierra de Francia; pero perdida en buena lucha y no friamente y gota á gota, como la derraman los penitentes sin más ni más. Pero ¿qué es eso, mocito? Estás más blanco que las famosas plumas del casco de Montclus, que nos servían para reconocerle y seguirle allá en Narbona. ¿Qué te pasa?

Aventuras parecidas las hallábamos en todas partes, en el Languedoc, Ventadour, Bergerac, Narbona, aun sin buscarlas, porque á menudo nos esperaba un escudero francés, á la vuelta del camino, portador de cortés mensaje de su señor para el primer caballero inglés que quisiera aceptar el reto. Uno de ellos rompió tres lanzas conmigo en Ventadour, en honor de su dama.

Entre los protegidos así lo fué el trovador Giraut Riquer de Narbona, que se propuso restaurar la gaya ciencia, caída ya en desprecio en muchos lugares, atribuyendo la causa de este mal á la indecorosa costumbre, admitida en su tiempo, de llamar juglares á todos los poetas sin hacer distinción entre ellos, y confundiendo bajo esa denominación á los más notables con groseros mímicos y farsantes.

Item más, un paquete con un cáliz y dos crucifijos, todo ello de plata de ley y hallado por en la iglesia de San Dionisio de Narbona, durante el saqueo de aquella ciudad; objetos que me apropié para evitar que cayeran en manos peores que las muy limpias de un arquero del rey Eduardo. ¡Corriente, monigotes! La cuenta está completa.

Traducida fue primero en hebreo y sabiamente comentada por Moisés de Narbona. En latín la tradujo Eduardo Pococke, y la publicó en Oxford en 1671. Después se han hecho varias versiones y ediciones de ella en las lenguas vivas de ahora, especialmente en alemán y en inglés.

Esta puerta abre paso al alcázar, y tiene sus hojas revestidas de hierro, con un anillo de bronce de labor esquisita, en figura de hombre con la boca abierta: obra de mérito estraordinario que trajo de una de las puertas de Narbona un califa.

Lyon, Burdeos, Marsella, Estrasburgo, son sin duda alguna las principales ciudades de Francia: las de segundo y tercer órden que conozco no valen en verdad una descripcion separada, á no ser Narbona, que por lo pobre y mezquina, ni puede compararse con la mas desvalida de nuestra España: en Narbona se carece de todo, es una aldea grande; y bueno es dejar sentado, para los que sospechan que la Francia es Paris, que pueden contarse otras varias ciudades que en nada aventajan á Narbona.