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Además, siempre les había profesado cierto desprecio inculcado por el rector su maestro; el desprecio que los ascetas sienten hacia todo lo que se relaciona con la materia. Así que tales descripciones le cogían de nuevas. El libro era célebre en el mundo científico; había oído hablar de él; pero nunca cayera en sus manos hasta entonces. Titulábase Cosmos; su autor, Alejandro Humboldt.

La primera dimensión que encuentro consignada, es la del buen obispo Piedrahita, que, después de narrar la leyenda del Bochica, que ya he transcripto, según Humboldt, agrega con aquel acento de sinceridad que hace inimitable a nuestro Barco de Centenera, el M. Prud'homme de la Conquista: «...El Salto de Tequendama, tan celebrado por una de las maravillas del mundo, que lo hace el río Funza cayendo de la canal que se forma entre dos peñascos de más de media legua de alto, hasta lo profundo de otras peñas que lo reciben con tan violento curso, que el ruido del golpe se oye a siete leguas de distancia» .

Humboldt, refiriéndose a las tradiciones religiosas de los indios respecto al origen del Salto de Tequendama, dice así: «Según ellas, en los más remotos tiempos, antes que la Luna acompañase a la Tierra, los habitantes de la meseta de Bogotá vivían como bárbaros, desnudos y sin agricultura, ni leyes, ni culto alguno, según la mitología de los indios muíscas o moscas.

Usted ha visto un panorama maravilloso; pero le falta aún la visita íntima, cara a cara con el torrente, la visita que hicieron Bolívar, Humboldt, Gros, Zea, Caldas, uno de los Napoleones, y en el remoto pasado, Gonzalo Jiménez de Quesada y los conquistadores, atónitos. Nos pusimos en marcha, trepando a pie la misma senda que con tanta dificultad habíamos descendido.

El barón de Humboldt interrumpió Maltrana , el único extranjero de capacidad que vio de cerca la América de entonces viajando por casi toda ella, decía que los indios gobernados por la autoridad colonial, torpe y formulista, pero a la vez tolerante y floja, bien podían ser envidiados por los campesinos de Europa, que vivían con mayor miseria, y especialmente por los campesinos de Francia antes de la Revolución... Muchos de los crímenes coloniales, que fueron a la misma hora crímenes de todo el resto del mundo... ¡literatura, pura literatura!

Si adoptamos la opinión de Guillermo de Humboldt, que ha probado con evidencia que los modernos vascos poblaron antes toda la Península, y que con el nombre de iberos fueron los primeros habitantes de España, debemos empezar refiriendo una costumbre natural á esta raza, que parece remontarse á tiempos muy lejanos.

Los epígrafes que preceden cada capítulo en el Facundo, podrían ser también indicio de sus lecturas: Humboldt y Lamartine alternan con citas de Shakespeare en francés... Tal cosa muestra lo abigarrado de su cultura; pero quizá por eso mismo toda esa varia literatura le sirvió de abono para que la planta indígena del pensamiento genial pudiera crecer más lozana.

Humboldt opina que esa gran ruina, atestiguada con tal fuerza por la tradición, realmente se verificó. Por mi parte, atrévome á añadir que la existencia de dicho continente era lógica en la simetría general del Universo, para que esa cara del globo fuera armónica á la otra.

Comprendiste que á Alemania no le habías dado nada, y el mismo día 22 la obsequiaste con Guillermo Humboldt . Mehul y Malborough fueron regalitos del día 24; Carlos XII del 27.

Tuvo el Perú la visita del sabio Humboldt, y en Lima se experimentó una noche el alarmante fenómeno de haberse oído con claridad muchos truenos. En esa época se plantaron los árboles de la Alameda de Acho.