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Estas detenciones ocasionaron no pocos males, particularmente en las provincias de Chichas y Lipes, que se sublevaron despues de aquel suceso, porque conocieron la superioridad que tenian, y les manifestaba semejante conducta, y que no eran muy temibles el Comandante y armas que se hallaban en la ciudad de la Plata, cuando aun despues de vencedoras se contentaban con volver á encerrarse en los términos de su recinto, sin pensar al remedio de las calamidades agenas: á que contribuyó tambien el haber seguido el mismo sistema la imperial villa de Potosí, que creyó llenaba so obligacion con poner á cubierto sus preciosas minas.

Dos dias solamente empleó Reseguin en el camino, sin embargo de distar 18 leguas, y estar acometido de una fuerte terciana, de cuyo accidente adolecia mas de la tercera parte de los soldados, y casi todos los oficiales: lo que tampoco fué obstáculo para que dejase de substanciar inmediatamente las causas á mas de 80 reos que se hallaban en aquellas cárceles, aprendidos en las salidas que habian hecho aquellas leales milicias, entre los cuales se hallaban algunas cabezas principales en la conjuracion de la provincia de Lipes, cómplices en la muerte de su corregidor, D. Francisco Revilla, á quienes examinados y justificados sus delitos, se condenaron once á pena capital, y á presidio los restantes.

Uno de ellos fué el Comandante en gefe del cuerpo de Dragones de la expedicion, D. José Reseguin, que salió de Montevideo con la mayor aceleracion; y recibida la instruccion del Virey se puso en camino por la posta, el 19 de Febrero de 1781, con la mira de alcanzar el destacamento que habia salido primeramente, y que llevaba ya dos meses de marcha: y aunque hizo presente á aquel Exmo. no le era nada airoso ir á servir bajo las órdenes de un Teniente Coronel mas moderno, y que solo era graduado, no fué obstáculo para que este oficial practicase cuantos esfuerzos le fueron posibles, á fin de lograr la idea que se habia propuesto, y que consiguió á costa de sus diligencias; habiéndose incorporado en aquellas tropas el 13 de Marzo en el Puesto de los Colorados, que dista 460 leguas de la capital del vireinato, sin que lograsen detenerle los eficaces esfuerzos y ruegos que emplearon los vecinos de Jujuy, y los de muchos españoles fugitivos, que por todo el camino encontraba, quienes le aseguraban estaban ya del todo sublevadas las provincias de Chichas, Ciuti, Lipes y Porco, que median hasta la villa de Potosí y ciudad de la Plata, cuya noticia confirmaba el corregidor de Chayanta, D. Joaquin de Alós, que disfrazado de religioso franciscano, iba huyendo por no caer segunda vez en manos de los sediciosos.

Estas y otras noticias, que adquirió el Comandante, le aseguraron el buen estado en que estaban aquella é inmediatas provincias, y considerándolas ya libres del contagio que habian introducido en ellas las diligencias de los sediciosos, determinó ponerse en camino el dia 11 del citado mes de Abril, sin esperar la salida de la espedicion de Lipes, por los cuidados que mas adelante llamaban su atencion.

Bien convencidos los indios de esta verdad, apenas habia poblaciones de ellos, que no se abrasase en la trágica llama del tumulto, porque á poco despues alborotóse la provincia de Pária, dando en el pueblo de Challapata cruel muerte al corregidor D. Manuel Bodega, egecutándose lo mismo en la de Chichas, Lipes y Carangas, siguiendo el mal ejemplo la de Sicasica, parte de las de Cochabamba, Porco y Pilaya, siendo en todas iguales los excesos, y parecidos los insultos de muertes, robos, ruinas de haciendas, sacrílegas profanaciones de los templos.

La provincia del Chaco es un vastísimo espacio de tierra de trescientas leguas de largo y ciento de ancho, situado entre las provincias del Tucumán, de los Charcas, del Río de la Plata, del Paraguay y de Santa Cruz de la Sierra, cercado por todas partes de una larguísima cadena de montes, que empezando á levantarse desde la ciudad de Córdoba del Tucumán, llegan hasta las opulentísimas minas de Lipes y Potosí; luego tirando á Santa Cruz de la Sierra, rematan en la gran laguna Mamoré.

D. Antonio José de Iribarren, eclesiástico de recomendables circunstancias; de acrisolada fidelidad al Soberano, quien le impuso igualmente de la fermentacion en que estaban aquellas inmediatas provincias, los riesgos que habia padecido por mantener en la debida subordinacion á sus feligreses, y el terror pánico de que estaban poseidos los vecinos españoles, á vista de los estragos que cometian los rebeldes, habiendo sacrificado á su ira, la noche del 6 al 7 de aquel mes en la villa de Tupiza, al corregidor D. Francisco Garcia de Prado y algunos de sus dependientes; y que igual suerte habia tenido D. Francisco Revilla, corregidor de la de Lipes, hallándose fugitivos de las suyas, D. Martin de Asco, que lo era de la de Cinti, y D. Martin Boneo, de la de Porco.

Este inicuo, favorecido del corregidor, D. Francisco Garcia de Prado, correspondió á su benefactor con la mayor ingratitud, fraguando aquella trama, para usurpar el mando de las provincias de Chichas, Lipes, Cinti y Porco, aprovechándose de la fermentacion que habian causado los edictos y las diligencias de los comisionados del principal rebelde Tupac-Amaru, y los movimientos de las demas, que tambien obligaron al corregidor al acopio de algunas municiones, y á reunir en Tupiza el regimiento de milicias de este nombre, compuesto de cholos y mestizos, en que servia Laso, quien dió principio á sus ambiciosos y atrevidos pensamientos, el 6 de Marzo, aprovechando el acto de la revista, para conmover los ánimos de sus soldados y compañeros, que no tardaron en dejarse seducir, y sacudiendo las riendas de la obediencia, principiaron cuantos excesos les dictaba su antojo y sugeria el caudillo cuyo egemplo siguieron los indios circunvecinos y de la villa, creciendo el tumulto en tanta aceleracion, que desengañado Prado del ningun fruto que producian sus persuasiones y autoridad, no le quedó otro recurso que buscar el asilo de su casa con algunos de los suyos.