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No he padecido nunca de ese mal... Bien es verdad que tampoco usted padecería si se hubiera pasado cinco años en el seminario comiendo judías con sal, y arroz averiado: saldría usted de allí comiéndose las correas de los zapatos, como este cura... ¿Es usted cura? No, señor; es un decir: estudio para ello. ¡Ya me parecía!

Como nosotros, encontrarán la pared fría y la tierra húmeda; harán fuego, mirarán como ahora miramos y dirán como decimos: «¿Quién habrá sufrido antes que nosotros aquí? ¿Por qué habrán padecido? ¿Estarían acaso perseguidos, expulsados, como nosotros, y vinieron a ocultarse en este miserable agujeroEntonces pensarán en los tiempos pasados... y nadie podrá contestarles.

Algún amigo oficioso hizo vibrar las sensaciones apoyadas con la falsa nueva de haber recaído resolución importante por disposición testamentaria de D. Felipe. «Corrió voz y aviso del testamento que dejaba... con capítulo tocante al descargo del alma en las cosas de Antonio Pérez... Unos referían que había dejado orden que diesen luego libertad á la mujer é hijos; que le restituyesen toda su hacienda, y aun 8.000 ducados de renta en satisfacción de lo padecido... .» Otros hablaban de recomendación especial al Príncipe para emplear á Antonio Pérez en Flandes ó en Italia...

Y el pobre Joaquín, ¡qué profundamente duerme! ¡Buena falta le hace! ¡Cuánto has padecido estos días, desgraciado mártir de la sociedad! Tienes mala cabeza, pero eres bueno. Has gozado mucho, demasiado quizás, y ahora lo estás pagando. Los muy felices tienen que pagar su felicidad con desgracias, y viceversa. Y, no me digan que soy mala. Yo no soy mala.

Confieso que le he ofendido gravemente... Fue un momento de obcecación... una tentación del demonio... Pero yo siempre le he querido... y le quiero... No tengo inconveniente en humillarme, en pedirle perdón de rodillas... Ya ve usted, padre, si no le quisiera no me humillaría... ¡Me horroriza la idea de no obtener su perdón, de morir lejos de él sola, maldita! ¡Ah, qué porvenir tan espantoso!... Si mucho he pecado, crea usted que mucho he padecido en estos últimos tiempos...

1 Primero hemos hablado, oh Teófilo, de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, 3 a los cuales, después de haber padecido, se presentó vivo en muchas pruebas, apareciéndoles por cuarenta días, y hablándoles del Reino de Dios. 4 Y juntándolos, les mandó que no se fuesen de Jerusalén, sino que esperasen la Promesa del Padre, que oísteis, dijo, de .

Obedeció Candido con profundo respeto; y puesto que estaba confuso, que tenia trémula y flaca la voz, y que aun le dolia no poco el espinazo, contó con la mayor ingenuidad quanto desde el punto de su separacion habia padecido.

Reparó el capellán que estas palabras suyas produjeron singular efecto en el marqués. Se contrajo su fisonomía: sus cejas se fruncieron, y arrancándole a Julián el chiquillo, con brusco movimiento le sentó en sus rodillas, palpándole las manos, a ver si las tenía mordidas o lastimadas. Seguro ya de que sólo el chaquetón había padecido, soltó la risa.

En una breve relación de tan dilatadas y gloriosas empresas de los Misioneros Jesuitas que trabajan incesantemente en predicar la fe de Jesucristo á tan innumerables é incultas naciones del Paraguay y sus provincias, no es fácil poder escribir, como era razón, las vidas de muchos apostólicos obreros que han padecido martirio á manos de los infieles, y así me es preciso referir muy sucintamente parte de sus heroicas virtudes, dejando para mejor ocasión el sacarlas á luz con más extensión.

9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que las mismas aflicciones han de ser cumplidas en la compañía de vuestros hermanos que están en el mundo. 10 Mas el Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su gloria eterna por Jesús, el Cristo, después que hubiereis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, confirme, corrobore y establezca. 11 A él sea gloria e imperio para siempre. Amén.