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En las numerosas obras dramáticas de DON ANTONIO GARCÍA GUTI

El primer libro que abrió vio que era Don Cirongilio de Tracia; y el otro, de Felixmarte de Hircania; y el otro, la Historia del Gran Capitán Gonzalo Hernández de Córdoba, con la vida de Diego García de Paredes. Así como el cura leyó los dos títulos primeros, volvió el rostro al barbero y dijo: -Falta nos hacen aquí ahora el ama de mi amigo y su sobrina.

Bretón de los Herreros. Gil y Zárate. D. Angel de Saavedra. Hartzenbusch. Larra. García Gutiérrez. Escosura. Zorrilla. Otros poetas dramáticos modernos. Nueva afición al antiguo teatro nacional. 349 AP

Hoy, como entonces, se sigue en Almería poetizando, si bien no son los versos, sino un curiosísimo libro en prosa, lo que atrae ahora mi atención hacia aquella ciudad. El librito, primorosamente impreso en Almería, se titula Quitolis, y el autor, D. José Jesús García, le califica de novela.

Está usted hoy muy agudo. Siempre lo fue don García. Para otras personas tendrá usted secretos, para no. de dónde viene usted. la calle, número de la casa y piso... Y si me apura, lo que ha ocurrido.

Desde que por los años de 1607 el erudito dominico fray Gregorio García dió noticia en el proemio y cap.

En vano suplicó que se le dejase en el teatro hasta el final de la representación prometiendo constituirse inmediatamente preso. Los guardias fueron insensibles. García hubo de pasar por el trance fiero de no ver el estreno de la obra.

Rosas, empero, resistía blandamente, mañosamente. «No es para hacer uso de ellas decía , sino porque, como dice mi secretario García Zúñiga, es preciso, como el maestro de escuela, estar con el chicote en la mano para que respeten la autoridadLa comparación ésta le había parecido irreprochable y la repetía sin cesar. Los ciudadanos, niños; el gobernador, el hombre, el maestro.

Hubo un instante en que ambos permanecieron inmóviles mirándose a los ojos. Al fin García se dirigió con paso precipitado a la puerta. Antes de traspasarla se volvió y con los ojos llenos de lágrimas le dijo: ¡Que no te tome Dios en cuenta, Tristán, la injusticia que estás cometiendo! Tristán sólo entró en el comedor para despedirse de su mujer y besar a su hijo.

Dio el Rey el feudo y honor de Teruel, como se usaba entonces a un rico hombre de Aragón, llamado D. Berenguer de Estenza, y señaló a los caballeros que la poblaron, para su régimen y gobierno, el fuero antiguo que el Rey D. Sancho el Mayor y anteriormente los Condes Fernan Gonzalez y García Fernandez habían dado a los habitantes de Sepúlveda.