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8 Y una voz del cielo que hablaba otra vez conmigo, y me decía: Anda ve, y toma el libro abierto en la mano del ángel que está sobre el mar y sobre la tierra. 9 Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito; y él me dijo: Toma, y trágalo; y él te hará amargar tu vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

Déjese llevar por , que entiendo del gobierno de una casa... Y no me salga con la matraca del librito de llevar cuentas. La persona que tiene el arreglo en su cabeza, no necesita apuntar nada. Yo no hacer un número, y ya ve cómo me las compongo. Siga mi consejo: múdese a un cuarto baratito, y viva como una pensionista de circunstancias, sin echar humos ni ponerse a farolear.

Simonet, autor del librito, es un arabista de reconocido mérito, de grande ilustración y catedrático en Granada de la lengua del Yemen. Ha publicado ya varios libros en que muestra su mucho saber. Uno de ellos ha sido premiado por la Real Academia Española, y otro ha sido premiado por la Real Academia de la Historia.

Y creyendo salvar á Julî la hacía leer y releer el librito de Tandang Basio Macunat recomendándola fuese siempre á verse con el cura en el convento, como hacía la heroina que tanto ensalzaba el fraile, su autor.

El librito cuyo titulo va en el epígrafe contiene en pocas páginas bastantes datos y mucha doctrina; mas, no sólo por esto, sino por las ideas que sugiere y por los comentarios de que puede ser objeto, ha llamado mi atención y me ha movido á llamar también sobre él, si puedo, la atención del público. El Sr.

Dijo sus dolores al padre cura, y el buen señor, compadecido, le dió unos consejos llenos de santa intención, y le dió, también, un librito de letra diminuta, escrito por un tal Kempis.

Pero en lo que las mujeres sobresalían, era en la crónica de los trapos: se habían aprendido el trousseau de memoria como el librito secreto de la Sociedad Hermanas de los Santos. Doce vestidos de calle decía una personita impertinente, de veinticinco años largos, sacando la punta de su zapato de raso por el ruedo del vestido. ¿Doce? le preguntaba la vecina, quince... ¡ya los he visto todos!

No cabe duda, según esto, de que Velázquez, al cumplir la orden del Rey, hizo un escrito consignando lo que pensaba de las pinturas y el sitio en que quedaban colocadas; de modo que existió Memoria y se redactó para manifestarla a S. M. Después de Palomino nadie, ni aun Cean Bermúdez, menciona el papel, hasta que hace algunos años el erudito don Adolfo de Castro presentó a la Academia Española un librito del cual ningún bibliófilo había dicho palabra; impreso, al parecer, con el exclusivo propósito de conservar a la posteridad aquel escrito del gran pintor.

El hijo predilecto de la Iglesia, sonriente y ruborizado, sacó del bolsillo del gabán un librito de cubierta elegantemente impresa a dos tintas, lo abrió por la primera página, donde aparecía el retrato de la santa duquesa de Turingia grabado en madera, y lo entregó abierto a la señá Rafaela.

El librito del Sr. Simonet, que da lugar á las consideraciones que hemos expuesto, las confirma con gran copia de erudición y con multitud de datos y de hechos, algunos de los cuales citaré en este escrito, tomándolos al azar ó prefiriéndolos por más curiosos.