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Gibson, su «mirada cansada, tediosa y hastiadaYa en su edad viril, recuérdale el bibliófilo Gowans: «Poe tenía un exterior notablemente agradable y que predisponía en su favor: lo que las damas llamarían claramente belloUna persona que le oye recitar en Boston, dice: «Era la mejor realización de un poeta, en su fisonomía, aire y maneraUn precioso retrato es hecho de mano femenina: «Una talla algo menos que de altura mediana, quizá, pero tan perfectamente proporcionada y coronada por una cabeza tan noble, llevada tan regiamente, que, a mi juicio de muchacha, causaba la impresión de una estatura dominante.

Por hacer que hacemos estaba allí cinco minutos, y salía triunfante. No era un ladrón, era un bibliófilo. La llave de Bedoya era la que el conserje había perdido. Don Amadeo era el don Saturnino Bermúdez de tropa.

Pocos años pudo disfrutar de la merced el ilustre bibliófilo, pues, entre las 12 y la una del día 12 de Julio de 1539 pasó de esta vida á otra mejor, á los 50 años, diez meses y veintiun días, acompañado del duelo general por sus virtudes y muy particularmente, del de todos los varones amantes de las letras.

Dejó el insigne bibliófilo otra prueba más de su inteligencia y de su infatigable labor en el grueso volumen que contiene el Catálogo de dichas estampas, el cual en su primera hoja lleva M. S. el epígrafe siguiente, puesto, probablemente, por alguno de los bibliotecarios capitulares del siglo XVIII. «De picturis quas Colón adquisiverat» en lo que no anduvo cierto quien lo escribió, pues el Catálogo no fué de pinturas, seguramente, sino de estampas; bastando para confirmar tal parecer el número extraordinario de las que se describen y los epígrafes con que están clasificadas, que indican los tamaños del papel y los diferentes grupos ó series que constituían la colección; hecho todo con una minuciosidad, que asombra la suma de paciencia invertida reveladora del cariño con que don Fernando hizo el Catálogo .

Sr. Duque del Infantado. Por último citaremos á otro sevillano doctísimo y gran bibliófilo D. Juan Lucas Cortés, del cual D. Justino Matute dice: Fué tan afecto á libros, que acopió una librería que se vendió en 40.000 ducados por su muerte, sacados los gastosHasta aquí las noticias que teníamos reunidas, de las que nos habían salido al paso al efectuar otras investigaciones.

Pero, síganos el lector curioso, y penetremos en una vasta pieza, en que había reunido el gran bibliófilo un rico tesoro «de todas las ciencias que en su tiempo halló» pues ciertamente, habría de sorprendernos el orden y singular inteligencia conque estaban custodiados los numerosos volúmenes que constituian la biblioteca.

No cabe duda, según esto, de que Velázquez, al cumplir la orden del Rey, hizo un escrito consignando lo que pensaba de las pinturas y el sitio en que quedaban colocadas; de modo que existió Memoria y se redactó para manifestarla a S. M. Después de Palomino nadie, ni aun Cean Bermúdez, menciona el papel, hasta que hace algunos años el erudito don Adolfo de Castro presentó a la Academia Española un librito del cual ningún bibliófilo había dicho palabra; impreso, al parecer, con el exclusivo propósito de conservar a la posteridad aquel escrito del gran pintor.