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En Chile o en Buenos Aires todas estas fabricaciones no llamarían mucho la atención; pero en una provincia del interior, y con sólo el auxilio de artesanos del país, es un esfuerzo prodigioso. La Prensa gemía bajo el peso de diarios y publicaciones periódicas en las que el verso no se hacía esperar.

¿Por qué llamarían a esto el «Mar Tenebroso»? dijo Maltrana, que no podía permanecer callado largo tiempo. Estas palabras despertaron en los dos el recuerdo de antiguas lecturas. Ojeda pensó en su drama poético de los conquistadores cuya preparación le había obligado a estudiar la epopeya de los navegantes que descubrieron las tierras vírgenes.

Por las demás, que me llamarían tonta viendo que un señorito me prefería. La verdad es que entonces no me tenías muy buena voluntad, ¿eh, Rosa? Verdad que no. ¿Y ahora? Ahora... ahora... ahora... ¿qué yo? ¡Qué preguntas tiene usted, D. Andrés! La zagala hizo un gesto de impaciencia. No estaba en su naturaleza, arisca y desdeñosa, el confesar sus sentimientos.

Gibson, su «mirada cansada, tediosa y hastiadaYa en su edad viril, recuérdale el bibliófilo Gowans: «Poe tenía un exterior notablemente agradable y que predisponía en su favor: lo que las damas llamarían claramente belloUna persona que le oye recitar en Boston, dice: «Era la mejor realización de un poeta, en su fisonomía, aire y maneraUn precioso retrato es hecho de mano femenina: «Una talla algo menos que de altura mediana, quizá, pero tan perfectamente proporcionada y coronada por una cabeza tan noble, llevada tan regiamente, que, a mi juicio de muchacha, causaba la impresión de una estatura dominante.

En todo el mundo sería conocido por su mujer o por su amiga y no le llamarían Fulano ni Mengano, sino el de Mengana o el de Fulana. No floja contrariedad es esta, pero bien puedes sobreponerte a la contrariedad, dando razón de quién eres por virtud de tus altos hechos, a fin de que seas célebre y ensalzado como Morsamor y no meramente conocido y mencionado por amigo de donna Olimpia.

Así que brilló el cordón de luces, las portadoras de las hachas se alinearon en buen orden, bajando los ojos modestamente porque aquello olía a procesión. Entonces algunos curiosos de Marineda, que no habían querido molestarse en ir más lejos para ver la función, se abrieron paso y situaron convenientemente con propósito de estudiar los semblantes de las que en otra ocasión se llamarían devotas.

Los catecúmenos que me trajese de por allá, sería menester que estuvieran a respetable distancia para que no me inficionasen, y éstos de por acá me olerían a rosas del paraíso, y vendrían a ponerse sobre mis rodillas, y jugarían conmigo, y me besarían, y me llamarían abuelito, y me darían palmaditas en la calva, que ya voy teniendo. ¿Qué quieres?

Pero aquel Golfín era un poco inocente en cosas del mundo, y como había pasado la mayor parte de su vida en el extranjero, conocía mal nuestras costumbres y esta especialidad del vivir madrileño, que en otra parte se llamarían Misterios, pero que aquí no son misterio para nadie.

Nancy no podía pensar sin alguna emoción que el pretendiente a que había renunciado era el joven que ocupaba más alto rango entre las personas de la parroquia, encontrándose en su casa, en un salón venerable y único que la experiencia de aquella joven representaba el apogeo de la grandeza, salón en que ella, la señorita Nancy, podría ser un día la dueña de casa, y pensaba que hablando de ella la llamarían la señora Cass, la esposa del squire.

No parece sino que el gran Misántropo presintió la ruina del imperio de Carlos V, y levantó un padrón mortuorio en conmemoración de la grandeza de España. En adelante los Carlos de Austria se llamarían Carlos II, los Felipes, Felipe IV, et sic de cæteris. Pasé por Olmedo, donde hace cuatro siglos se dieron dos batallas, la una en 1445, la otra en 1466.