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Actualizado: 18 de mayo de 2025


El otro día, leyendo un librito de anécdotas de Chamfort, referentes casi todas a la vida de Versalles, en los días de mayor esplendor mundano, encontré esta frase: «El cambio de las modas es una contribución que la industria del pobre impone a la vanidad del rico». Despréndese de este concepto que las mutaciones calidoscópicas de la moda están movidas por el anhelo utilitario del pobre.

Llegaba hasta admitir, como indispensable en el régimen político de su tiempo, la mojigatería del Estado, pero la mojigatería privada le reventaba. Lo más grave de todo era la lucha de Carolina con sus hijos varones. El pequeño no podía librarse aún de la tutela materna, y estaba todo el día en la iglesia con su librito en la mano.

Yo esperaba que seguiríamos hablando la lengua española cincuenta o sesenta millones de seres humanos; gran porvenir para nuestra literatura, por poco que dichos seres escriban y lean. Pero lo repito; el gozo en un pozo. Pocos días ha, recibí un librito impreso en Chartres, que contiene un poema titulado Nastasio, obra del vate argentino D. Francisco Soto y Calvo. El poema es muy original.

Al mismo tiempo sacó del bolsillo un librito de memorias y leyó con voz suave diversas cantidades que la anticuaria le había prestado en distintas ocasiones: un día treinta duros, otro setenta, otro cincuenta. Entre todas sumaban mil quinientas cincuenta pesetas. Bueno dijo el joven metiendo la cartera de nuevo en el bolsillo. Vamos a hacer una cifra redonda. Le debo a usted dos mil pesetas.

Pepe puso a su amigo al corriente de todo, explicándole cómo Tirso había logrado que doña Manuela y Leocadia fueran a misa, que recitaran con él las oraciones a la hora de comer, la compra del devocionario y el hallazgo del librito, sin omitir el piadoso espíritu que avaloraba sus páginas, y terminó preguntando con acento irritado: ¿Qué te parece?

10 Y tomé el librito de la mano del ángel, y lo devoré; y era dulce en mi boca como la miel; y cuando lo hube devorado, fue amargo mi vientre. 1 Y me fue dada una caña semejante a una vara, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él.

¡Qué brutos! exclamó Pepe sin leer más, y dejando el librito donde estaba. Aquella noche Pepe y Millán, terminado su trabajo, salieron juntos de la imprenta.

Y sacaba de un bolsillo La fe triunfante, librito encuadernado en pergamino, de antigua y rojiza impresión, que acariciaba con un cariño feroz. ¡Bendito padre Garau!

No te rías maliciosamente, pues yo, como casi todo el mundo salvo unos cuantos seres elegidos representamos la normalidad, traducida en la infinita extensión de la tontería en la tierra. Al entrar en la convalecencia pasé horas de profunda melancolía. Una tarde leía un librito de un místico flamenco, pequeño por su tamaño, grande por su contenido.

Hermana Balî que creía adivinar el motivo el P. Camorra se llamaba Si cabayo por otro nombre y era muy travieso la tranquilizaba: ¡Nada tienes que temer! ¡si voy contigo! decía; ¿no has leido en el librito de Tandang Basio dado por el cura, que las jóvenes deben ir al convento, aun sin saberlo sus mayores, para contar lo que pasa en la casa? ¡Abá!

Palabra del Dia

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