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De todo corazón, por mi parte, tanto más, Zuzie, cuanto que he visto ya muchos jóvenes desde que vivimos en Francia... ¡oh, , muchísimos!... pues bien, este es el primero, positivamente el primero, en cuyos ojos no he leído con claridad esta frase: «¡Señor, Dios, cuán contento estaría yo si pudiera casarme con los millones de esta personitaEsto estaba escrito claramente en los ojos de todos los demás, y no en los de él.

Al crecer, la chicuela no dejó de apercibirse de la impresión que producía en Juan, que permanecía extasiado ante su gentil personita, y supo darse aires dignos de una pequeña princesa acostumbrada a mandar y que quiere ser obedecida. Juan, se sometía, sin vacilar, a sus caprichos más fantásticos o imaginaciones más locas.

¿Cómo? ¿No cree usted lo que le digo?... ¡Hijo, no está usted poco pagado de su personita! No es que esté pagado de , Gloria repliqué, poniéndome grave; es que cuesta trabajo creer que haya aguardado usted tanto tiempo para darme calabazas. ¡Si no me las ha pedido usted hasta ahora! ¿Pero habla usted en serio, Gloria? ¿Por qué no?

Para los que, conociendo el estilo verbal del Padre Urtazu, sientan deseos de enterarse del epistolar que usaba tan claro varón, será cosa de gusto la esquela que a continuación se inserta: «Lucigüela de mis pecados: ay, hija, ¡y qué bien pintamos las cosas para dejar a nuestra personita en el lugar más lucido! Misericordia, ¿eh? ¡yo te daré la misericordia!

-Vamos, prendita, no tenga usted miedo dijo el hombre del rabicoleto, cuando se quedó solo con Clara. Venga usted conmigo, y no tenga reparo, que yo soy un hombre pa otro hombre. ¿Pero se pué saber á dónde iba la personita? Yo la llevaré á usted, porque soy un hombre pa.... Voy á la calle del Humilladero. Del Humilla ... ¿que? Del Humilladero. Ya ... ¿pero pa qué va usted tan lejos?

En primer lugar tenía diez y seis años, después la personita que se miraba al espejo, tenía una carita que no le disgustaba; luego hice dos o tres piruetas pensando en la estupefacción del cura ante mi nueva ciencia. Cuando llegó, rosado y risueño, hacía mucho tiempo que llevada por mi impaciencia me había instalado junto a la mesa.

Pero en lo que las mujeres sobresalían, era en la crónica de los trapos: se habían aprendido el trousseau de memoria como el librito secreto de la Sociedad Hermanas de los Santos. Doce vestidos de calle decía una personita impertinente, de veinticinco años largos, sacando la punta de su zapato de raso por el ruedo del vestido. ¿Doce? le preguntaba la vecina, quince... ¡ya los he visto todos!

Debo advertirle a usted que ya hacía tiempo el estado de Julia me inquietaba. Había hecho respecto de ella muchas reflexiones que he pasado en silencio porque el interés por la preocupación de aquella personita, siendo muy verdadera mi afección por ella, desaparecía lo confieso envuelto en el movimiento egoísta de mis propios rompederos de cabeza.

No hablemos más de esto... no hablemos más... En suma, lo que yo quería decir, es que miss Percival me encuentra muy bonito, muy gracioso, muy entretenido; pero en cuanto a tomarme a lo serio... jamás me tomará a lo serio esa personita. Voy a lanzarme sobre madama Scott, pero sin gran confianza... Mira, Juan, yo me divertiré mucho en esta casa; pero no sacaré ningún provecho de aquí.

¡Pues precisamente! replicó Beatriz . Fue a nuestro palco a ver a Elisa cuando ya nosotros nos habíamos ido, y aquélla le predicó un sermón sin paño. ¡Qué atractiva personita! Mas Pedro echa la culpa de sus calaveradas a grandes disgustos que ha tenido... ¿Qué grandes disgustos han sido ésos?... ¿Tienes alguna idea?