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Pero como aquel mismo arabista daba acerca de su situacion noticias equivocadas , se buscó en vano por muchos años lo que tanto se deseaba hallar.

Simonet, autor del librito, es un arabista de reconocido mérito, de grande ilustración y catedrático en Granada de la lengua del Yemen. Ha publicado ya varios libros en que muestra su mucho saber. Uno de ellos ha sido premiado por la Real Academia Española, y otro ha sido premiado por la Real Academia de la Historia.

La preparación que como arabista tenía Estébanez Calderón, y su amor a Granada y a toda Andalucía, lleváronle a escribir novelas y cuentos cortos, con argumentos ya históricos, ya fantásticos; pero todos relacionados con el mundo musulmán. Entre los que publicamos, sólo en el cuento Don Egas el escudero imitación algo cómica de la lengua medioeval dejan de ser árabes sus personajes.

En España nadie había pensado en traducirla hasta que el entendido arabista D. Francisco Pons, muerto por desgracia en la flor de su edad, devolvió esta joya a la tierra en que se había criado, trasladándola con gran primor, fidelidad y elegancia al idioma castellano, que hoy se habla en ella.

El clérigo que al marroquí protegía era un joven muy listo, algo arabista y hebraizante, que solía echar algún párrafo con él, no tanto por caridad como por estudio. Una mañana observó Benina que el curita joven salía de la Rectoral acompañado de otro sacerdote, alto, bien parecido, y hablaron los dos mirando al ciego moro.

¿Quién habia de imaginarse que las reliquias de los palacios mas sorprendentes que vió la España musulmana estaban sepultadas en una dehesa de un mayorazgo , de la cual ya nadie se acordaba ni aun para esclarecer la duda que habian dejado en pié los anticuarios de los siglos XVI y XVII? Y sin embargo, la compilacion de historias de la España árabe hecha por Ahmed Al-Makkarí, vulgarizada en Europa desde el año 1840 por la laboriosidad de otro arabista distinguido , nos estaba revelando lo que en aquel abandonado campo debiamos prometernos.