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Está conforme conmigo, y por fin me ha revelado un secreto: ha escrito un drama y lo tiene en el Español; y como se represente, el exitazo es seguro. La noche del estreno pienso ir con todos mis amigos para armar un alboroto y llamar al autor a la escena lo menos cuarenta veces. Me quiere leer la obra y yo le he dicho que me la deje allí.

Don Juan no incurrió en la torpeza de volver al cuarto de la señorita Moreruela a la noche inmediata, ni a la siguiente, ni a la otra: dejó pasar algunos días, hasta que hubo estreno en que ella trabajase; de modo que al verle entrar en su cuarto no sospechó que fuese por visitarla, sino con ocasión de la obra nueva.

No era todo, sin embargo, miel sobre hojuelas para don Simón; pues si lo de las fiestas era realizable desde luego, por ser los obstáculos vencibles con dinero, lo del discurso no dejaba de tener tres bemoles, dado que, hasta aquel instante, ni había probado sus fuerzas parlamentarias, ni siquiera elegido asunto para su estreno.

Cuenta Ginisty, á propósito de esto, la historia tierna y conmovedora de cierto actor fracasado que, no pudiendo ya presentarse en público, servía de segundo apunte y para hacer «una voz» desde bastidores. La noche en que se estrenó la comedia «Un señor ó una señora», el anciano actor debía representar, «desde dentro», el papel de un postillón.

Es imposible decir las mil flechas invisibles, los choques dolorosos, las heridas ocultas y resumidas en esta sola palabra: ¡Un estreno!

Pasando de unas cosas a otras, se llegó en la conversación a lo que era objeto de diversos comentarios por aquellos días: el estreno de un drama de esa escuela que, inspirada en la realidad, lleva a la escena nuestra propia vida y nuestras miserias; haciendo al teatro espejo donde las imágenes que se mueven en la acción fingida, sean, según su virtud o su torpeza, ejemplo de unos y escarmiento de otros.

Estaré tan ocupada en divertirme, que no se me ocurrirá ninguna cosa mala. ¡Que gusto ir a todos los teatros, no perder ópera, ni concierto, ni función de drama o comedia, ni estreno, ni nada, Señor, nada! Todo lo he de ver y gozar... Pero crea usted una cosa, y se la digo con el corazón.

Yo me vestía lentamente; aquella noche hacía mi estreno en el club. ¡El club!... No es necesario decir que es el Club del Progreso de que hablo, y que el baile en perspectiva es un baile de julio: la gran attraction de la season porteña. ¿Todavía en ese estado?... me dijo al verme complicado en los preparativos de la camisa; ¡es la una casi!... ¡Ah! ¿qué cree usted?

Mientras las dos señoras mayores cotorreaban dentro, Fortunata y Aurora lo hacían en el balcón. Las once y media serían cuando sintieron la voz de Ballester. Este y Maxi las miraban desde la acera de enfrente. «Si bajan ustedes dijo Rubín , las espero aquí». Olimpia gritó Ballester . Venimos de ver la obra que se estrenó anteanoche. ¡Qué mala es! ¿Tiene usted ya noticias de ella?

El lo vigila todo, desde el ornato del escenario hasta la forma y calidad de los muebles: si sobre una mesa, verbi gracia, ha de haber algunos libros, él determinará cuántos serán y de qué tamaño. Las mismas actrices, aun las más rebeldes, aceptan su autoridad, consultándole el corte y color de los trajes que vestirán la noche del estreno. Sardou su opinión, que es irrevocable.