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«; aquí donde me ves agregó Santa Cruz con jovialidad , yo también le tengo cariño a ese muñeco... quiero decir que no me libré del contagio de vuestra manía de meter chicos en esta casa. Cuando Bárbara me lo dijo, estaba ella tan creída de que era mi nieto, que yo también me lo tragué.

Estas cosas suceden por contagio de la imaginacion, porque la vista de estos objetos excita en nuestra fantasía las mismas impresiones y movimientos que en aquellos donde se hallan, y por eso nos excitan las mismas pasiones. Art. Nada es mas comun, que imitar nosotros aquellos con quien tenemos familiar comunicacion.

Fué trasladado al sepulcro que se le tenia destinado en julio del año 1607, y aunque debajo de las vestiduras se le habia puesto cal para que se resolviese pronto, por si le habia tocado algo del terrible contagio que habia padecido la ciudad en los dias de su enfermedad, se halló incorrupto sin habérsele consumido mas que la punta de la nariz, tratable, hermoso y fresco como estaba cuando fué enterrado.

En efecto Priscila, y Maxîmila tuvieron por revelaciones divinas los errores del Herege Montano, y creian que les hablaba el Espíritu Santo, y les fué facil comunicar el contagio de su depravada fantasía á un varon tan ilustre como Tertuliano, porque hallaron en él una imaginacion fecunda, y superior al juicio.

Y la pobre mujer, con los ojos empañados, apenas hallaba voz en su garganta para decirme esto. ¡A buena puerta había llamado yo para curarme de tristezas! Agravadas las que había sacado de mi habitación con el contagio de las de Facia, apartéme de ella con dos fórmulas de consuelo, que para hubiera querido yo, y fuime en derechura a la cocina.

Por lo menos quince siglos fueron consagrados íntegramente al estudio de las cosas que sólo existían en la imaginación de los visionarios de primera agua o de contagio, y desde el doctor en teología hasta el labriego, nuestros antepasados, ignorando casi todas las cosas necesarias a la salud en este mundo, o sabiéndolas al revés, tenían conocimientos seguros, precisos y detallados sobre todas las cosas necesarias a la salud en el otro mundo.

Don Fermín daba vueltas alrededor de la mesa, alrededor de su madre. «Allí estaba el consuelo único posible, allí el regazo en que llorar... allí la única compasión verdadera, allí el único contagio posible de la pena; aquel veneno que a él le mataba sólo sería veneno, saliendo de él para su madre.

Perdíanse una vez los sembrados por falta de agua, y apenas la pidieron los neófitos, cuando rompió en abundantísimas lluvias. Hacía gran estrago en la gente del pueblo de San Rafael una pestilencia; corrió luego el pueblo á la iglesia á pedir á Dios misericordia, y al punto cesó el contagio, de suerte que ninguno de los tocados de él murió en adelante, ni de los sanos enfermó alguno.

Hasta entonces había necesitado el contagio de los fervores de don Sabas para leer algo en el gran libro de la Naturaleza, y en aquella ocasión le leía yo solo, de corrido y muy a gusto.

Pero, mujer se atrevió a apuntar Escudero, recogiendo el tenedor y volviendo a engullir tranquilamente , no es tan seguro que la casa de Aurora sea un foco de infección, porque ella también tiene niños y es de suponer que los besará... Doña Eugenia no escuchaba nada. ¡Que los contagie ella si quiere...! ¡Yo no quiero contagio...! ¡yo no quiero que se mate a mis niños!