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Recordó Ojeda su vida en Buenos Aires años antes y las conferencias a que había asistido. Los pueblos jóvenes sienten el mismo afán de los escolares aplicados y curiosos, que, luego de oír las lecciones de los maestros, desean conocer las interioridades de su vida.

Y mientras que Juan, generoso, dando suelta al espíritu impaciente, sacaba ante los ojos de Lucía, para que se le fuese aquietando el carácter, y se preparaba a acompañarle por el viaje de la existencia, las interioridades luminosas de su alma peculiar y excelsa, y decía cosas que, por la nobleza que enseñaban o la felicidad que prometían, hacían asomar lágrimas de ternura y de piedad a los ojos de Ana-Adela y Pedro, en plena Francia, iban y venían, como del brazo, por bosques y bulevares. «La Judic ya no se viste con Worth.

Mujer, yo no hablé por mal.... Te quise avisar porque siempre te tuve ley, que eres así... una infeliz, un pedazo de pan en tus interioridades.... Déjate de políticas, no seas tonta, y de señoritos.... Fuera de eso, ¿a qué se me importa? Es por tu bien.... Se dispuso Amparo a marcharse, cogiendo debajo del brazo su tarro; pero la afectuosa encajera la quiso abrazar antes.

Sin salir del colegio sabía también cuanto ocurría en Madrid, hasta interioridades de familias que a nadie importaban; pero, por lo visto, para las madres no había secretos; así que, los domingos de salida, don Luis se maravillaba escuchando a su hija cosas que él no oía ni a los murmuradores del Casino.

Celemín dispuso el desafío de manera que uno de los combatientes diera la espalda al foro y el otro al público, y arregló, por medio de ingenioso expediente, los calzones del que daba la espalda al público, para que en un momento dado se le descosiesen por la parte más prominente y rotunda y dejasen al aire ciertas interioridades. Y así fué. Cuando se abrió el pantalón, resonó un aplauso cerrado.

Pepe, que prefería hablar sólo de su amor, o que se había propuesto callar interioridades de su casa, contestó negando, y Paz acabó por decirle: Si crees que es mera curiosidad, no despliegues los labios; pero conste: quedo en libertad para averiguarlo. Averigua lo que se te antoje, pero quiéreme mucho. La entrada de don Luis cortó el diálogo.

Segunda: que se ha portado cochinamente conmigo y no la veo hace mucho tiempo..., ni ganas. Y, por último, que puede hacer, o ha hecho ya, de su capa un sayo, sin que yo tenga derecho ni voluntad de meterme en sus interioridades.

Y como la historia, por falta de testigos, documentos justificativos y otras pruebas, quedaría en no pocas interioridades incompleta y obscura, voy en adelante a prescindir del método histórico y a seguir el método novelesco, penetrando, con el auxilio del numen que inspira a los novelistas, si logro que también me inspire, así en el alma de los personajes como en los más apartados sitios donde ellos viven, sin atenerme sólo a lo que el Vizconde o yo podríamos averiguar vulgar y humanamente.

¡Ah, los terribles recuerdos! Rafael se revolvía en la cama, creyendo sentir todavía en sus manos el contacto sedoso de las misteriosas interioridades tanteadas ávidamente en la fiebre de la lucha; se imaginaba tener ante sus ojos aquella rápida visión de nieve sonrosada, entrevista como a la luz de un relámpago, mientras el iracundo pie le oprimía el pecho... y revolviéndose furioso entre las sábanas rugía de pasión, mordiendo la almohada: ¡Leonora! ¡Leonora!

De usted para nada más.... Después usted dará cuenta de lo sucedido a su señora esposa... o no se la dará; eso allá usted... porque yo no me meto en interioridades.... Al fin usted será, naturalmente, el administrador de los bienes de su señora... y aunque yo no si estos son parafernales o no... porque no entiendo... y... sobre todo no me importa, y, al fin, el marido suele administrarlo todo... eso es; tal entiendo que es la costumbre... y como la ley no se opone....