United States or Uruguay ? Vote for the TOP Country of the Week !


Y como la historia, por falta de testigos, documentos justificativos y otras pruebas, quedaría en no pocas interioridades incompleta y obscura, voy en adelante a prescindir del método histórico y a seguir el método novelesco, penetrando, con el auxilio del numen que inspira a los novelistas, si logro que también me inspire, así en el alma de los personajes como en los más apartados sitios donde ellos viven, sin atenerme sólo a lo que el Vizconde o yo podríamos averiguar vulgar y humanamente.

Bueno; lo que deseo, en resumen, es una respuesta definitiva, porque, con Clotilde, ya no me entiendo; no a qué atenerme; ella dice que , lo desea, lo ; pero nunca me trae la respuesta de la muchacha. Y esto es lo que yo deseo. ¿Se compromete usted a darme esta respuesta? Me comprometo. Hablaré con Inés, y la sacaré a usted de dudas. Gracias, Marianela. No hay de qué, misia Melchora.

Déjate de supuestos, hijo, y dalo por cosa hecha... y para muy pronto: yo a qué atenerme sobre eso mejor que .

Y ahora, más bien que tener que confesar este funesto error, hubiera querido arrojarse sobre las hojas de la selva y morir allí á los pies de Arturo Dimmesdale. ¡Oh Arturo! exclamó Ester, ¡perdóname! En todas las cosas de este mundo he tratado de ser sincera y atenerme á la verdad.

. El color rubio á lo Ticiano de su pelo no era natural. Yo no la he conocido sino rubia, pero ella debía ser de color castaño oscuro... Se hacía rizar el pelo, mientras que el de Juana Baud era rizado naturalmente. Está bien, dijo Cristián. Puedes continuar. Se volvió hacia Marenval y añadió con un gesto de satisfacción: Ahora ya á qué atenerme.

¡Por Dios, no le haga usted mucho daño! De la condesa de Trevia á Octavio Rodríguez. Le escribo á usted arrepintiéndome de antemano de hacerlo. No es en verdad prudente que escriba á un joven que se dice enamorado de , por más que sepa á qué atenerme sobre este amor.

¡, ya a qué atenerme al respecto!... Y ¡vive Dios! que tengo ganas de ver que se le trata con desprecio. Claro es que, si alguno de los dos debía aborrecer al otro, indudablemente ese alguno es él... él, que era mi único heredero, y a quien mi matrimonio ha despojado de la fortuna que le correspondía. Confío en que no sucederá lo que dices se apresuró a decir Cecilia.

De repente una idea poco digna, pero disculpable en la situación en que me encontraba, me llevó a su dormitorio: «En el armario me había dicho, encierra el cofrecillo donde tiene el retrato que besa, y los papeles que lee llorando. Si es necesario forzaré el armario y conoceré a ese hombre, leeré esas cartas, sabré a qué atenerme

La encontraba encantadora y observé que un personaje misterioso ocupaba el sitio que yo ambicionaba. Quise saber á qué atenerme y ver el partido que podría sacar. Prontamente me convencí. Sorege, con los ojos cerrados, fumaba sonriendo. La cosa es muy sencilla... Hemos sido rivales durante veinticuatro horas.

Tres veces me equivoqué; pero al fin la luz ha entrado en mi cabeza y ya tengo la certeza de no equivocarme más ¡Cuán claro veo ahora todo! ¡Qué bien considero y profundizo la verdad de las cosas! No, no volveré á incurrir en tales tonterías. Por supuesto, siempre es conveniente equivocarse para adquirir experiencia y estudiar y conocer la vida. Felizmente, ya á qué atenerme.