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Se encerraba en su cuarto y no abría a nadie. Don Pablo decía que para estudiar, pero la tía, informada por Pampa que, en razón de su ministerio, llegaba hasta el recluso voluntario, en ocasiones, sabía que el niño trazaba números y más números, o se estaba espatarrado sobre la cama, la mirada perdida en las cortinas, los brazos inertes.

Pero él, con un golpe de su garrote, abrió anchísimo surco en la masa de enemigos, enviando por el aire docenas de éstos, y á continuación le bastaron varias patadas para desbaratar el resto de la tropa. Todos los que aún se mantenían de pie huyeron, dejando el suelo cubierto de camaradas inertes ó gimeantes.

Las olas se elevaban lentas y mansas sobre los escasos centímetros de la borda, como si quisieran contemplar con sus ojos glaucos este amasijo de cuerpos blancos y obscuros. Remaban los náufragos con nerviosa desesperación; luego yacían inertes, reconociendo la ineficacia de su esfuerzo perdido en la inmensidad. El piloto, al adormecerse en la dura popa, acababa por sonreír con los ojos cerrados.

No van los de mi nación a despojar en Oriente a los venecianos: van a que la religión de Cristo prevalezca allí sobre la de Mahoma: van a quebrantar allí el poderío de turcos, árabes y persas; y van, por último, a despertar del hondo sueño de muchos siglos a las dormidas naciones orientales, que aletargadas e inertes yacen en el seno letal de la idolatría.

Allí estaban ellos inertes, aplastados por el dolor. Dios, que lo ve todo, ya daría á cada cual lo suyo. Pero Pepeta se fué rectamente á la cama, apartando á las otras mujeres. Llevaba en los brazos un enorme haz de flores y hojas, que esparció sobre el lecho.

Se obscureció el agua con una dilatación negra, como si se hubiese roto en sus entrañas una gran bolsa repleta de tinta. Subieron á la superficie densas burbujas de gases, que estallaron con un estrépito hediondo, y todos los cables se soltaron á la vez, cayendo inertes, como los segmentos de una serpiente partida, como los tentáculos de un pulpo desgarrado.

Escuchábame ella pensativa. Su animación y su ardor para defenderse habían desaparecido. Los párpados caídos me ocultaban sus ojos y una expresión de indecible tristeza ensombrecía su linda cara. La languidez de toda su persona, de su talle inclinado, de sus manos abandonadas, hacíala infinitamente interesante. Tomé una de aquellas manos, inertes en la falda, y la oprimí contra mis labios.

En pos venían los silfos y las ondinas. Y luego las aladas salamandras extraían del escondido seno de las cosas una incomprensible virtud, de mayor ligereza que la luz y el fuego, rápida y potente como el rayo, y se la prestaban a los hombres para que iluminasen y moviesen con ella los seres inertes y obscuros y transmitiesen con instantánea y casi ubicua rapidez el pensar y el sentir, la palabra y el sonido.

No se equivoca un inteligente como él al calificar una obra maestra. Sucede con la mujer lo que con las plantas. Mientras dura el invierno, todas nos parecen iguales; son troncos inertes; viene la savia de la primavera, las cubre de botones, de hojas, de flores, y entonces las admiramos. Pocos meses bastan para trasformar al arbusto y a la mujer.

Al bajar el sol volvieron, pero Berta quiso saludar un momento a sus vecinas de enfrente. Su hija escapóse en seguida a casa. Entretanto los idiotas no se habían movido en todo el día de su banco. El sol había transpuesto ya el cerco, comenzaba a hundirse, y ellos continuaban mirando los ladrillos, más inertes que nunca. De pronto, algo se interpuso entre su mirada y el cerco.