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Escuchábame ella pensativa. Su animación y su ardor para defenderse habían desaparecido. Los párpados caídos me ocultaban sus ojos y una expresión de indecible tristeza ensombrecía su linda cara. La languidez de toda su persona, de su talle inclinado, de sus manos abandonadas, hacíala infinitamente interesante. Tomé una de aquellas manos, inertes en la falda, y la oprimí contra mis labios.

Algo, sin embargo, le sacó repentinamente de su egoísmo amoroso; algo que ensombrecía su gesto, partía su frente con una arruga de preocupación y le había hecho ir á bordo. Cuando quedó sentado en la gran cámara del buque, frente á su segundo, apoyó los codos en la mesa y comenzó á chupar un grueso cigarro que acababa de encender.

El vapor permaneció inmóvil algún tiempo, esperando la llegada del práctico. Nadie alcanzaba a ver la ciudad, oculta detrás de los repliegues del terreno. Una neblina roja flotando a ras del agua ensombrecía el último término de la bahía enorme, comparable a un mar interior oprimido entre montañas. Los que habían presenciado poco antes la salida del sol, recordaban admirados el espectáculo.

Me gusta, en el día de los muertos, una atmósfera gris y obscura, un cielo cubierto y bajo en armonía con la tristeza de los corazones. En aquella mañana el sol brillaba y el azul del cielo, apenas velado por unas nubecillas, se ensombrecía de pálidos tintes bajo la mordedura de los primeros fríos.

Al abrirse el último rastrillo, experimentó una impresión de frío y de tristeza; vio de un golpe las naves enormes, las galerías superpuestas, y en ellas las puertas de las celdas con gruesos cerrojos. Un silencio de tumba pesaba sobre la población invisible. La luz cenital de las monteras de cristales se ensombrecía al descender, adquiriendo la vaguedad crepuscular de las bodegas.

Únicamente en las novelas resultan aceptables estas situaciones. La duda ensombrecía de pronto su resolución. Yo creo continuó que me ha reconocido desde el primer momento... Calla y finge ignorancia porque me desprecia... porque jamás llegará á perdonarme. ¡He sido tan mala!... ¡Le he hecho tanto daño!...

En los últimos días, al contemplarla victoriosa en el Casino, su pasión se ensombrecía; la apreciaba menos. Luego, al verla arruinada y enferma de tristeza, su afecto iba renaciendo; y para auxiliarla, hasta se convertía en jugador, ¡él, que era incapaz de hacer esto ni por su propia salvación!... no puedes comprenderme: eres mujer.

Su instinto femenil debió indicarle que hablaba demasiado, y cortó bruscamente su charla. El mismo instinto le avisó igualmente por qué razón el rostro de Julio se ensombrecía y su boca tomaba el pliegue de una sonrisa amarga. Quiso consolarle, y añadió: Por suerte, eres extranjero y no irás á la guerra. ¡Qué horror si te perdiese!...

Varias aletas triangulares pasaron sobre el agua, cortándola como cuchillos, al mismo tiempo que la profundidad se ensombrecía con veloces sombras de ébano. Cuando al fin se aproximaron á la tierra, Ferragut vió la muerte más de cerca que en alta mar. La costa se elevaba como una muralla inmensa. Vista desde el bote, parecía cubrir la mitad del cielo.

Allí había puesto él sus mejores besos: los besos de ternura y gratitud... Pero la suave piel, que parecía hecha de pétalos de camelia, se ensombrecía ante sus ojos. Era verde obscura y manaba sangre... Así la había visto él otra vez... Y se acordó con remordimiento de su puñetazo de Barcelona... Luego se partía con un agujero profundo, de contorno anguloso, igual al de una estrella.