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En el fondo, un blanco edificio de piedra, con ventanas de sótano al ras del suelo. Al pronto creí que era una quinta; pero, después de mirar con más detenimiento, la cruz que la remataba y una inscripción grabada en la piedra, y cuyo texto no distinguía, me hicieron reconocer una tumba de familia corsa.

Al poco rato, volando sobre la muchedumbre, vuelven a los aleros, solicitados por tierna prole, amor que les infunde coraje para cruzar a ras del aliento y de la gritería de cien mil personas.

Las chimeneas de ladrillo de las fábricas estaban cortadas casi á ras de tierra ó mostraban en sus cilindros varios orificios de obús limpios y redondos. Parecían flautas pastoriles clavadas en el suelo. Junto á los pueblos en ruinas, las mujeres removían la tierra abriendo fosas. Este trabajo resultaba insignificante.

Pequeños montículos que afectan la forma de un féretro indican el lugar de las sepulturas. Algunos tienen cruces de madera. De una de éstas pende el retrato de un soldado joven en el centro de una corona depositada por sus padres. Dos hombres asoman su busto á ras del suelo y vuelven á hundirse después de vaciar sus palas: abren una tumba para alguien que va á llegar.

El cielo límpido tenía el color violeta del crepúsculo. A ras del agua aparecían esparcidas algunas nubes blancas de caprichosos perfiles. El sol se había hundido tras de ellas, coloreando el horizonte de un rojo cegador que poco a poco iba palideciendo. Sobre este fondo de oro se recortaban las nubes tomando el contorno de formas humanas. Mina se extasiaba en su contemplación.

Ella me mordió un brazo, mira... todavía está aquí la señal; pero yo le dejé sellaíto un ojo... todavía no lo ha abierto, y le saqué una tira de pellejo ¡ras!, desde semejante parte, aquí por la sien... hasta la barba. Si no nos apartan, si no me coges a por la cintura, y Paca a ella, la reviento... creételo. Ya me acuerdo de aquella trifulca dijo Fortunata mirando a su compañera con miedo.

Ante sus ojos cruzábanse las cañas, formando apretada bóveda, casi al ras del agua. Delante de él iba sonando en la lobreguez un chapoteo sordo, como si un perro huyese acequia abajo.... Allí estaba el enemigo: ¡á él!

Otros vestigios en otra direccion, que se dexaban ver siempre al ras de la arena al lado de los piés delanteros, me demostráron que tenia las orejas largas; y como las pisadas del un pié eran ménos hondas en la arena que las de los otros tres, saqué por conseqüencia que era, si soy osado á decirlo, algo coxa la perra de nuestra augusta reyna.

Esta dijo al entrar: «¿Ya está otra vez suelto el enemigo?...». Y decretó que fuese encerrada en el cuarto que servía de prisión cuando alguna recogida se insubordinaba. Aquí fue el estallar la fiereza de aquella maldita mujer. «¡Encerrarme a !... ¿De veee... ras? No me lo diga usted... prenda».

te refieres á los submarinos, Tòni, á los pequeños submarinos que existían al empezar la guerra: cigarros de acero frágiles, que navegan mal á ras del agua y pueden abrirse al menor choque... Pero ahora hay algo más: hay el sumergible, que es como un submarino resguardado por un casco de barco, el cual puede marchar oculto entre dos aguas y al mismo tiempo puede navegar sobre la superficie mejor que un torpedero... no sabes de lo que son capaces los alemanes.