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Entre los tres cruzábanse alegres miradas, sonrisas de satisfacción. Era la ceremonia anual, el acto de dar los aguinaldos a los criados, por ser el día de la señora. Con majestad teatral, doña Manuela dio un duro a cada uno, más un pañuelo de seda a Visanteta, por lo satisfecha que estaba de su mérito como cocinera.

Y en las cubiertas de estas naves, los tripulantes, arremangados, interrumpían las faenas de la limpieza para responder al popular saludo con un griterío idéntico. En torno al trasatlántico comenzó a evolucionar un enjambre de vaporcitos y lanchas automóviles con gentes ansiosas de subir a su cubierta. Cruzábanse entre ellas y los de arriba gritos de saludo, agitaciones de pañuelos.

Ante sus ojos cruzábanse las cañas, formando apretada bóveda, casi al ras del agua. Delante de él iba sonando en la lobreguez un chapoteo sordo, como si un perro huyese acequia abajo.... Allí estaba el enemigo: ¡á él!

También afuera las mulas habían sido enganchadas a los largos trenes de vagonetes. Veíaselas pasar arrastrando tierra inútil para verterla en los taludes, o mineral para conducirlo al lavadero. Cruzábanse unos con otros aquellos largos reptiles, sin chocar nunca.

Esta frase dio fin a la conversación por aquel día. Hace un mes próximamente asistí yo a una de estas reuniones. A última hora se había hablado ya de tantas cosas que, agotados los temas, vínose a tratar de amor. A la sazón, la conversación se había hecho general y entre los grupos cruzábanse algunas palabras sueltas. ¿Quién habla por ahí de amor? preguntó el conde de M...

Era su carrera desatinada, obscuro el camino, húmedo y hasta pegajoso, y cruzábanse á cada paso con bandadas de diminutas alimañas, que á tientas les pinchaban y mordían.

Cruzábanse por todas partes enhorabuenas y adioses, encargos y recomendaciones; y padres, madres, niños y criados, revueltos en confuso tropel, invadían todas las dependencias del colegio, rebosando esa satisfacción purísima del premio justamente alcanzado, del trabajo concluido, de la esperanza cierta de descanso; esa ruidosa alegría que despierta en el escolar de todas las edades la mágica palabra: ¡Vacaciones!

A última hora, la urgencia del desembarco, la necesidad de reunir los equipajes, la visita de la aduana, hacían olvidar a los amigos. Ofrecíanse unos a otros los respectivos domicilios, cruzábanse tarjetas. Las niñas se decían adiós con un conato de lagrimeo. Iba a disolverse todo el mundo.