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No todos los hombres iban a ser tan adustos y distraídos como uno que ella conocía aquí Ojeda saludó irónicamente, no sabiendo qué contestar . Tenía antiguos amigos en Argentina: señores que había conocido durante su paso por Madrid; unos, americanos; otros, españoles establecidos en Buenos Aires. Ignoraba sus domicilios, pero ella averiguaría.

Señor D. Juan José de Vertiz y Salcedo, Virey Gobernador y Capitan General de las provincias del Rio de la Plata, &c., para establecer la quietud y sosiego de las que estuviesen conmovidas y sublevadas, siendo una de ellas esta de Tarija y Chichas, halló conveniente hacer saber á los Gobernadores, curas, segundas y demas habitantes de los pueblos de su jurisdiccion, se mantengan sin la menor novedad en sus respectivos domicilios, continuando las tareas, faenas y trabajos, á que se dedicaban antes de los presentes alborotos, porque de lo contrario esperimentarán el mas severo castigo.

Cuando me meta en la cama, trataré de dormir, y si no lo consigo, echarás seis gotas, cuidado... seis gotas nada más de esta medicina en un vaso de agua, y me las darás a beber». Muy abrigado y la cabeza bien envuelta para que no le diese frío, lleváronle a la casa matrimonial, que fue estrenada en condiciones poco lisonjeras. La distancia entre ambos domicilios era muy corta.

Pero acontece que ésta y Dorotea truecan sus domicilios respectivos, de suerte que las pretensiones amorosas de Don Juan, que ronda el balcón de la primera, van dirigidas á Dorotea. Nacen de aquí singulares equivocaciones, cuyo resultado viene á ser que D. Juan se convence de la fidelidad de su amada.

El tiempo, y la demostracion práctica de lo importante de esta entrada y camino, subsistiendo el establecimiento del Rio Negro, han de dar luz á ir preparando y allanando tanto horror, tanta dificultad como se aparenta, extendiendo sus poblaciones rio arriba, que servirán de escala á su comodidad; prepararán mayores intereses al comercio; contendrán el atrevimiento de los indios en los insultos y robos que experimentan las fronteras de Buenos Aires, serán los cimientos mas sólidos en que se han de fundar las esperanzas de reducir estos infieles habitadores de los vastos y fértiles terrenos que componen el Huechuhuehuem y faldas de las cordilleras, hasta la Concepcion de Chile, cuyas industriosas operaciones en el beneficio de las lanas, de que fabrican ponchos y mantas, el cultivo de la agricultura en que nos imitan, la poblacion fija, aunque muy dispersa de sus domicilios, nos ofrecen las mas vastas y felices ideas para la exaltacion de nuestra santa , y prosperidad del Estado; y puede llegue el dia que á imitacion nuestra se rian de estas aparentes dificultades.

Quisiera ver a esos graves policemen de que nos hablan los libros, en este escenario, en que no existen registros de vecindad, en que se ignora el movimiento de la población, en que la entrada y salida de extranjeros es un secreto para las autoridades, en que uno puede ser casado diez veces, tener quince domicilios, mil nombres distintos y quinientas profesiones diferentes, y todo en la mayor reserva, no digo para la autoridad, sino para los hijos, la esposa, los hermanos y hasta los vecinos, por más curiosos que sean.

"Pero, aunque á la comprension de V.S. nada de esto se encubre, hallándonos noticiosos de la próxima marcha que resuelve egecutar á la ciudad de la Plata, dejando esta provincia, que es el antemural y precisa entrada del Perú, abandonada y espuesta á la discrecion del enemigo, que situado en los pueblos minerales de Ubina, Chocalla, Tatasi, Esmoraca, Santa Catalina, la Rinconada, Lipes y Atacama, despues de haber dado muerte á los jueces y principales vecinos de dichos pueblos, se mantienen vigilantes, esperando se retire V.S. con la tropa de su mando, para entrar á fuego y sangre en esta villa y resto de la provincia, haciéndonos víctimas de su rigor; se nos hace preciso, como buenos servidores y fieles vasallos del Rey Nuestro Señor, representar á V.S., que es muy de su obligacion el amparar con las armas del Soberano esta provincia, pues de lo contrario, las reales rentas de tabacos, alcabalas y correos, se miraban abandonadas, sus administradores espuestos á perder la vida, ó ponerse en fuga, como igualmente todos los leales, que hallándonos sin la menor defensa, por faltarnos las armas y pertrechos necesarios, para juntar ejército y ponernos en campaña, nos será preciso abandonar nuestros domicilios y preciosos bienes, por conservar la vida, sin embargo de que el celo de la honra de Dios, y defensa de los dominios de S.M., nos precisa á mantenernos firmes conteniendo las irrupciones de los rebeldes, hasta perder la última gota de sangre.

Se adelantó este comandante con sola su compañia de granaderos, haciendo la extraordinaria diligencia de caminar en dos dias, 50 leguas y aunque llegó en tiempo oportuno para contener á los atrevidos milicianos, algunas consideraciones prudentes detuvieron las providencias, y aquellos hombres feroces, dejando las armas, volvieron dispersos á sus idolatrados domicilios.

La tartanilla en que hacían sus correrías se paraba ante las casas de la grandeza y la alta banca, con regularidad admirable, en determinadas fechas y a horas fijas: a poder hablar, el borriquillo que la arrastraba hubiera dado las señas de los domicilios de lo mejor de Madrid.

A última hora, la urgencia del desembarco, la necesidad de reunir los equipajes, la visita de la aduana, hacían olvidar a los amigos. Ofrecíanse unos a otros los respectivos domicilios, cruzábanse tarjetas. Las niñas se decían adiós con un conato de lagrimeo. Iba a disolverse todo el mundo.