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Pero cuando supe la gravedad del amigo queridísimo, me planté allá... Un mes le acompañé y asistí... ¡Qué pena!... Murió en mis brazos. ¡Ay!...». Estos ayes eran suspiros que a Doña Paca se le salían del alma, como pajaritos que escapan de una jaula abierta por los cuatro costados.

Varias veces asistí á las sesiones del Congreso en Madrid, y tuve la fortuna de oir discurrir á los mejores oradores de todos los partidos. A juzgar por ellos, y teniendo en cuenta la intolerancia reglamentaria que les impide hablar con libertad, me pareció que España era superior en la oratoria á la España periodista ó escritora.

Hace ya no pocos lustros, durante mi noviciado como pupilo de casa de huéspedes, entablé pronta amistad con otro pensionista, estudiante de medicina, quien primero suscitó mi curiosidad hacia los misterios hipocráticos y luego me inició en ellos. Con él asistí a un parto, en San Carlos. Hay dos espectáculos que el hombre debe presenciar alguna vez: uno es la salida del sol; otro es un parto.

Esta frase dio fin a la conversación por aquel día. Hace un mes próximamente asistí yo a una de estas reuniones. A última hora se había hablado ya de tantas cosas que, agotados los temas, vínose a tratar de amor. A la sazón, la conversación se había hecho general y entre los grupos cruzábanse algunas palabras sueltas. ¿Quién habla por ahí de amor? preguntó el conde de M...

Los teatros, á excepción del Real, son de pobre aspecto; estaban muy poco animados cuando yo los : bien es verdad que la trágica Ristori con toda la compañía del primer teatro de verso de Turin se hallaba en Paris, donde despues la . Asistí á una representacion de la Linda en un miserable teatro llamado Cervino, teatro que está á la derecha de la plaza de Victor Manuel.

Esta mañana no pude venir, gentleman, porque asistí á una reunión de autores de la Gran Historia de las Mujeres Célebres. Necesitaba dar cuenta del estado actual del tomo cincuenta y cuatro, de cuya redacción estoy encargado. Falta poco para que lo termine, pero con la llegada de usted tuve que suspender tan importante trabajo.

A la noche siguiente, que era la última, asistí al espectáculo, como lo había hecho las nueve anteriores, y cansado y jadeante ante tanto paso doble, tantos himnos guerreros, tanto moro-moro y tanta monotonía en el declamando nasal, que por nada varía, la loa final.

Como las cosas que se intentan no se consiguen con el éxito que se desea si al mandarlas o persuadirlas no se acompañan con la práctica de algunos actos en que por la experiencia se conozcan los favorables efectos y conveniencias que se le propone, para que desde luego conocieran estos naturales lo que se les había de seguir del aseo, dispuse el que en las casas principales, en la del corregidor, o en las de otros indios principales, no se les impidiese el juntarse a tener sus diversiones caseras cuando hubiera un razonable motivo, y con la decencia y orden regular, a las que no pocas veces asistí yo con mi mujer, y a mi ejemplo asisten siempre los administradores y sus mujeres, con lo que he conseguido desterrar la odiosa separación que había entre españoles e indios, estableciendo el trato y comunicación mutua, no tan solamente en estas ocasiones, sino también en todos los días del año que mutuamente se visitan con los españoles y españolas todas las familias en quien resplandece el aseo; y éste es un poderoso estímulo para animarlos más y más cada día, como se va experimentando.

A poco salió mi sobrino, que después de darme las gracias, se empeñó tercamente en hacerme admitir un billete para el baile de la señora H *. Sonríeme, nada dije a mi sobrino, ya que nada había oído, y asistí al baile. Los músicos tocaron; las luces ardieron. ¡Oh utilidad de los usureros!

Al día siguiente asistí a una comida del llamado «gran mundo». Había muchos caballeros de frac y damas elegantemente vestidas de baile. Como en la mesa no se habló más que de noticias sociales que yo ignoraba, y de bridge, tuve que guardar un desairado silencio. En cuanto acabaron de comer, todos pasaron al salón a jugar al juego de que hablaban. Me invitaron y tuve que rehusar, por ignorarlo...