United States or São Tomé and Príncipe ? Vote for the TOP Country of the Week !


Al día siguiente asistí a una comida del llamado «gran mundo». Había muchos caballeros de frac y damas elegantemente vestidas de baile. Como en la mesa no se habló más que de noticias sociales que yo ignoraba, y de bridge, tuve que guardar un desairado silencio. En cuanto acabaron de comer, todos pasaron al salón a jugar al juego de que hablaban. Me invitaron y tuve que rehusar, por ignorarlo...

La cuestión es ahorrar algo. El que ahorra algo está salvado. ¡Oh Dios mío! exclamó por lo bajo la condesa dando un suspiro . Lo que yo no comprendo es cómo se puede vivir con dos pesetas, cuanto más ahorrar. Los ingenieros les invitaron a visitar su sala de estudio y laboratorio. En éste había un magnífico microscopio, que fué lo que les llamó la atención.

Le invitaron a algunos salones de Montmartre donde los hombres más elegantes y más respetables van algunas veces en buena compañía a buscar la mala. Encontró aquí y acullá muebles que había comprado con su dinero; miró la hora en relojes cuya factura había pagado.

Me hicieron de Gloria unos elogios que, aunque un poco vivos y si se quiere brutales, tuve que aceptar y aun agradecer, pues se comprendía que eran dichos de buena fe y con ánimo de agradar. Brindamos y bebimos por ella más de una docena de veces, y se invitaron con la mayor alegría para beber unas cañitas a la salud de los novios el día de la boda.

Tristán y Escudero se detuvieron delante de una taberna, abrieron la puerta e invitaron a los otros a entrar con ellos. Reynoso se dejaba conducir dócilmente. Tristán, que parecía haber estado ya allí algunas veces, hizo ademán de sentarse a una mesa próxima al escaparate. Tenía éste doble cierre de cristales y a su través se veía perfectamente la calle que era estrecha.

Yo no quise hacerlo, aunque me invitaron con insistencia. La condesita me dijo al darme la mano: Váyase usted esta noche por el teatro y hablaremos. Comí con premura, me vestí y me eché a la calle en el momento en que entraba Villa. Le vi inmutarse, y me respondió, turbado, que había tenido que hacer en el cuartel.

Cuando le entregaron la pistola y le invitaron a ponerse en guardia todavía se dibujó una sonrisa en sus labios, pero aquella sonrisa expresaba una mezcla de sorpresa y confusión. En realidad Nanín se sentía sorprendido y avergonzado de hallarse en una situación que dado su carácter pacífico y bondadoso ni remotamente pudo prever. ¡Prevenidos! gritó uno de los testigos. Y dio tres palmadas...

Por detrás de él Gloria me solía hacer mil muecas, poniéndome en grave peligro de perder la serenidad y echarlo todo a rodar. Dos veces, en el espacio de ocho días, me invitaron a comer. Los manjares predilectos de aquellos seres eran tan extravagantes como ellos. Don Oscar cogía a puñados los berros y se los metía en la boca y los rumiaba como un buey. Además, hacía uso inmoderado del vinagre.

Izquierdo entró con una botella de cerveza y detrás el mozo del café de Gallo con un grande de limón, ponchera y copas. «La señora dijo él queriendo ser amable , va a tomar un vasito de cerveza con limón». ¡Quite usted allá! replicó la dama . Yo no bebo esas porquerías. Se lo agradezco... A Fortunata la invitaron también; pero ella no quiso tampoco tomarlo, y pidió leche.

¡A casa, niña, que vas á coger un resfriado! chilló en aquel momento doña Victorina. La voz les trajo á la realidad. Era la hora de volver, y por amabilidad invitaron á Isagani á subir en el coche, invitacion que el joven no se hizo repetir. Como el coche era de Paulita, naturalmente ocuparon el testero doña Victorina y la amiga, y en el banquito los dos enamorados.