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Estaban habituados a aquella catástrofe casi anual, la inundación era un mal inevitable de su vida y lo acogían con resignación. Además, hablaban de los telegramas recibidos por el alcalde con expresión de esperanza. Al amanecer tendrían auxilio. Llegaría el gobernador de Valencia con los marineros de guerra y se llenaría de barcas la laguna. No quedaban más que unas cuantas horas de espera.

La Cámara de Diputados: Gambetta. El Senado: Simon y Pelletán. El 14 de Julio en París. La revista militar: M. Grévy. Las plazas y las calles por la noche. La Marsellesa. La sesión anual del Instituto. M. Renán. A mi vez, pero con toda tranquilidad, tomo el tren una linda mañana, y empezamos a correr por aquellos campos admirables.

En razon de la causa misma que acabo de esponer, el número anual de matrimonios, comparado con la poblacion, ofrece resultados bien diferentes á los de las poblaciones europeas. En 1830 hubo en la provincia de Moxos quinientos cincuenta y un matrimonios, que si se comparan con la poblacion de veintidos mil habitantes, darán por resultado Un matrimonio por cada 41, 053 habitantes.

Estas ventanas, como los edificios de que formaban parte, eran propiedades de distintos dueños, y cuando no las alquilaban las cofradías, quedaban á disposición de aquéllos, aunque con la obligación anual de pagar cierta suma por disfrutar del espectáculo. Algunos de los edificios contiguos, y por lo común la mayor parte, pertenecían á las cofradías.

El vago reflejo de una magnificencia que vivía en el recuerdo, una imitación pálida y débil de lo que habían presenciado en el viejo Londres, no diremos de una coronación real, sino de las fiestas con que se inaugura el Lord Corregidor de aquella gran capital, podría trazarse en las costumbres que observaban nuestros antepasados en la instalación anual de sus magistrados.

Los teatros funcionaban con los palcos vacíos, sin que á ellos asomara una mujer: las fiestas del verano eran el único esparcimiento anual para todas ellas.

Realmente, nuestra desahogada posición actual se la debíamos a él, porque no sólo le había regalado a Reginaldo un generoso cheque que lo puso en condiciones de pagar todas las deudas que pesaban sobre su negocio de encajes de la calle Cannon, sino que a me había enviado, hacía tres años, con motivo de ser el día de mi cumpleaños, dentro de una modesta caja de plata, una letra contra sus banqueros, por una buena cantidad, lo cual me proporcionó, desde entonces, una pequeña renta anual muy confortable.

Así es que en la época en que comienza nuestra historia, cuando aparecen en el Buen Retiro nuestras dos heroínas, tenían entre ambas algo más de 8.000 reales al año, que juntos a los 12.000 mal contados de don Braulio, sumaban una taleguita anual muy corrida y larga de talle.

«Esta medida de la duracion es precisamente lo que llamamos tiempo, el cual no es mas que la revolucion regular de alguna cosa sensible, como del curso anual del sol, ó del mensual de la luna, ó del diario de una aguja en el cuadrante de un reloj. «La atencion que hacemos á esta revolucion regular, causa precisamente en nosotros la idea del tiempo.

Sin embargo, como Reginaldo se había formado en una fábrica de Nottingham, conociendo el comercio de encajes, continuó valientemente los pasos de su padre, y, debido a su dedicación al negocio, consiguió desenvolverse lo bastante bien para evitar presentarse en quiebra ante los tribunales, y pudo asegurarse una renta anual de algunos cientos de libras.