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Puesta en pie y yendo hacia doña Inés, le dijo: no me conoces todavía. Yo no me arrepiento ni cejo. Bueno fuera que creyese el tal señor que yo había tenido un momento de debilidad y que luego me había arrepentido. ¿No adviertes que de ese modo me confesaba yo culpada, si no del delito, del conato? No; yo no soy débil. te has empeñado en creerme cordera, y soy leona.

El primer subdelegado, D. José Santa-Cruz, padre del general Santa-Cruz que fué mas tarde presidente de la república de Bolivia, al hacerse cargo del mando de la provincia, puso todo su conato en obligar desde luego á los indígenas que hasta entónces se habian eximido de las imposiciones regulares, á que en adelante pagasen una contribucion personal de cinco pesos por cada hombre, á lo cual daban entónces el nombre de real tributo.

Hubo por entonces un conato de sublevacion en sentido de reconocimiento del Consejo de regencia, y sorprendidos por la Junta, los revoltosos fueron condenados unos á encierro en las bóvedas de Puerto-Cabello y la Guaira, y otros desterrados á perpetuidad. Entre estos últimos figuraban los ricos hermanos peninsulares Don Francisco y Don Manuel Gonzalez y Linares, del comercio de Carácas.

Apliqué todo mi conato a promover la agricultura y la industria, animándolos con mis exhortaciones y consejos; y para que se aplicasen con más empeño, acrecenté la ración de carne que se les daba en un tercio más, y así he conseguido sin rigor el que se apliquen al trabajo, y el ver pagadas todas las deudas, y aumentado el ganado vacuno en las estancias, que al presente tienen cerca de 80.000 cabezas más de las que tenían a mi ingreso, y a proporción es al aumento de las boyadas, yeguas, potros, caballos, mulas y ovejas, no siendo menor la ventaja que se conoce en el chacarerío.

Sólo ella estaba allí como en un destierro. «Pero ¡ay! era una desterrada que no tenía patria a donde volver, ni por la cual suspirar. Había vivido en Granada, en Zaragoza, en Granada otra vez, y en Valladolid; don Víctor siempre con ella; ¿qué había dejado ni a orillas del Ebro, el río del Trovador, ni a orillas del Genil y el Darro? Nada; a lo más, algún conato de aventura ridícula.

Y crecieron mis ganas y se hicieron irresistibles cuando vi, primero en la iglesia y después en la feria, a la recatada y joven viuda, con quien quise timarme, como decimos por ahí; pero, por lo pronto fue en balde mi conato, porque sin duda, no lo consentían la modestia y la honestidad de la dama. ¿Qué no logran, sin embargo, la terquedad y la audacia de un mozo como yo, curtido en toda clase de aventuras y acostumbrado a los más peligrosos lances de amor y fortuna?

Ello es que ambos salimos muy agradablemente de aquel a modo de apuro, trocándose de súbito nuestra amistad y nuestro conato de amor anacrónico en el santo y puro afecto de un padre y de una hija. ¡Padre mío! dije yo y eché al Barón los brazos al cuello. Después de esta dulcísima expansión, llamé a Madame Duval para que nos hiciese compañía.

Si no temiera asustar á su prima, que estaba enferma, á Salomé le hubiera dado un cuarto conato de vahído. Pero se contentó con mirar á la devota con ojos muy aterrados.

Destitucion de Emparan. Declaraciones del Ayuntamiento de Carácas. Destierro de las antiguas autoridades españolas. Pronunciamientos. Los emisarios en la provincia de Coro. Primera salida á campaña. Mision de Bolívar en Europa. Don Antonio Cortabarria. Actos de la junta de Carácas. Conato de levantamiento. Prisiones y asesinatos. Rómpense las hostilidades. Vuelta de Miranda. Conflicto de la Junta.

Nos avinimos, pues, á purgar el delito de ser inconvenientes, y perdonamos sin pesadumbre aquel inocente conato de la cultura parisiense. Sobre esto dijimos algunas palabras mi mujer y yo, y los caballeros garçones que nos circuian estrechamente, formando en el espejo un grupo de cinco personas, una mesa y varios cubiertos, fallaron de propia autoridad que debiamos ser italianos.