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Cloro es entonces proclamado César con este mismo nombre de Constantino. Después comienzan las hostilidades entre Magencio y Constantino, anunciándose á éste, ya inclinado á la fe cristiana, que vencerá en la contienda con el estandarte de la Cruz; cúmplese la profecía, y Constantino, agradecido, hace voto de ir en peregrinación á Palestina para buscar la Santa Cruz.

La defensa fue blanda, entrecortada de risas. Don Pedro, determinado a infligir el castigo ofrecido, lo aplicó en efecto cerca de una oreja, largo y sonoro. Parecióle que la víctima no se resistía entonces; mas debía ser errónea tan maliciosa suposición, porque Rita aprovechó un segundo de suspensión de hostilidades para huir nuevamente, gritando: ¿A que no me coges otra vez, cobarde?

La divinidad, fatigada de tanto rezo contradictorio, iba á volverse de espaldas para no oir á unos ni á otros. ¿Por qué no se marchaba esta mujer fatal?... Lo mismo que al principio de las hostilidades, volvió á sentir el tormento de su presencia. Doña Luisa repetía inconscientemente las afirmaciones de su hermana, sometiéndolas al criterio superior del esposo.

Era, pues, preciso, ante todo, que no oyesen hablar más de . Tomada esta resolución, me atuve absolutamente á ella. Atravesé la América, me embarqué en Nueva Orleans y he llegado á París hace tres semanas. Durante este tiempo me he ocupado en reanudar mis relaciones, un tanto enfriadas por una ausencia de diez y ocho meses, y en buscar una ocasión de romper las hostilidades.

Schurman, envié por tres veces mis mensajeros, pidiéndole suspensión de hostilidades. El General Otis negó á mis enviados tan justa como prudente petición, contestando, que no suspendía hostilidades mientras el ejèrcito filipino no depusiera las armas.

Esto dió origen á que los macambas predicaran el odio contra aquellos, recrudeciendo los ánimos al presentar el matrimonio como un robo simulado, ante el cual los conquistadores principiaban á apoderarse de sus hijas y mujeres. Esta falsa doctrina hizo su efecto y volvieron á las antiguas hostilidades, las cuales fueron estrellándose en la constancia y valor de Irrisari y los suyos.

Esta incomunicación de la guerra con el medio exterior es precisamente lo que dificulta «hacer las paces». Así, pues, los contendientes, los cónyuges, han de buscar, en medio de su contienda, los métodos y las maneras de apaciguar su discordia. Y aquí está, precisamente, la dificultad. ¿Cómo ser simultáneamente, guerreros y diplomáticos, actores e intermediarios? ¿Cómo suspender las hostilidades?

Mensajeros de los Pacarás, Zumiquies, Cozos y Piñocas, solicitan del Gobernador D. Agustín de Arce, el término de las hostilidades de los españoles I 71 Mercaderes europeos que hacían feria con los indios I 81 Milagroso acontecimiento en el pueblo de San Juan Bautista I 143 Milagrosa conversión de un indio en el pueblo de San Rafael I 151

En su consecuencia, el 7 de Junio de 1820 el jefe español proclamaba el Código de la monarquia española en Carácas, solicitando en seguida una suspension de hostilidades de los caudillos patriotas, mientras se entablaban las negociaciones necesarias entre su gobierno y el Congreso.

Perdieron con este género de armas su nativo coraje los Chiquitos; y para defenderse en lo venidero del enojo armado de los vencedores, derramados y divididos, se huyeron á las selvas, apartándose á lo más retirado y espeso de los bosques; con todo eso, aun aquí les dieron caza los españoles muchas veces para vengar su afrenta, que tenían muy fija en el corazón, haciendo esclavos para su uso muchas cuadrillas de ellos; hasta que abatida con tantos golpes la altivez de los Chiquitos, vinieron el año de 1690 mensajeros de parte de los Pacarás, Zumiquies, Cozos y Piñocas á San Lorenzo, en nombre de sus caciques, á pedir merced y paz á D. Agustín de Arce, Gobernador en la ocasión de Santa Cruz, con que cesaron las hostilidades de los españoles, pero no se pudieron ver libres de los gravísimos daños y pérdida de gente originada, así de las guerras pasadas como de los frecuentes contagios y por otros desastres que echo de buena gana en olvido, por no atribuir á culpa común de todos, lo que ha sido sólo malicia particular de algunos pocos.