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Marquesa está enojada con ella, y que es preciso que a salir del convento se decida. Insiste mucho en esto, ¿eh?; dile que nos vamos para Madrid, y que en la Corte del nuevo rey José I... ¡Demonio, eso que ha sonado es un tiro de obús!... Me parece que ha caído una granada en el techo de esa casa. ¿Una granada?

Yo deseo todas las prosperidades imaginables a mis amigos, sin desear, no obstante, la muerte de nadie. Se dice que los chinos son pésimos artilleros, aunque se alaben de haber inventado la pólvora. Sin embargo, no hace falta más que un obús clarividente para hacer la felicidad de muchas personas. »Adiós, señora. Si yo le escribiese tanto como la amo, mi carta no tendría fin.

La línea de infantería se aplastó en el suelo. Los hombres se contraían, para hacerse menos visibles, junto á las aspilleras por las que asomaban sus fusiles. Muchos se habían colocado la mochila sobre la cabeza ó la espalda para que les defendiese de los cascos de obús. Si se movían, era para amoldarse mejor en la tierra, buscando excavarla con su vientre.

En un día de sol, la llegada del automóvil habría sido saludada con un obús. «Esta guerra es así terminó diciendo ; se aproxima uno á la muerte sin verlaSe acordaron los dos de las recomendaciones del general que los había tenido el día antes á su mesa. «Mucho cuidado: la guerra de trincheras es traidoraVieron ante ellos el inmenso campo sin una persona, pero con su aspecto ordinario.

Se le trataba como a un igual, se contaba con él en todas las francachelas; pero nadie preguntaba por su dinero. Mi general, le habrá a usted gustado ayer la Tosti, ¿eh? dijo Ramoncito Maldonado dirigiéndose a Patiño. En la romanza solamente, repuso el guerrero sensible después de dirigir con destreza una larga bocanada de humo a su boquilla que representaba un obús montado sobre su cureña.

Le hirieron en Charleroi, y curó á los quince días; luego volvieron á herirle en el Yser, y pasó dos meses en cama; finalmente lo alcanzó un obús en un combate sin nombre, en una de las mil acciones obscuras por la posesión de unos cuantos metros de zanja. El padre consiguió verlo, una sola vez, en un hospital de París.

El barro, la sangre, la lluvia, habían dejado en ellos manchas imborrables, dándoles una rigidez de cartón. Algunos heridos les arrancaban las mangas, para evitar un roce cruel á sus brazos destrozados. Otros ostentaban todavía en los pantalones las rasgaduras de los cascos de obús.

El soldado de pelo canoso y lentes de miope, que guardaba en plena guerra los gestos de un director de fábrica recibiendo á sus clientes, mostró al mover los brazos unas vendas y algodones en el interior de sus mangas. Estaba herido en ambas muñecas por una explosión de obús, y sin embargo continuaba en su sitio.

Su lástima había sido aún más intensa al enterarse de su infortunio. Un obús había estallado junto á él, matando á los que le rodeaban. De sus varias heridas, la única grave era la del rostro. Había perdido un ojo por completo; el otro lo mantenían los médicos sin visión, esperando salvarlo. Pero ella dudaba; era casi seguro que Laurier quedaría ciego.

Al fin consiguió pasar gran parte del día junto á René. Desnoyers tuvo que retener sus lágrimas al contemplar al artillero en la cama... ¡Ay! ¡así podía verse su hijo!... Le pareció una momia egipcia, á causa de su envoltura de apretados vendajes. Los cascos de obús le habían acribillado. Sólo pudo ver unos ojos dulces y un bigotillo rubio asomando entre las tiras blancas.